Parece que el Gobierno quisiera penalizar la prudencia, que es, básicamente, lo que supone que elimine el IVA superreducido de las mascarillas y vuelva a gravarlas al 21 por ciento ahora que ya no es obligatorio llevarlas. No es obligatorio a no ser, claro, que uno tenga que utilizar el transporte público, ese que tanto promueven las administraciones para frenar la contaminación y tener ciudades más agradables para los peatones. Pero es que en 2021, el único año completo con la rebaja impositiva de las mascarillas, el Estado dejó de ingresar 137 millones de euros por la diferencia entre el 4 y el 21%, así que está claro que la subida va a llegar más pronto que tarde. Aun así, parece que el bus con mascarillas caras sale mejor que llenar el depósito.