Ferrol se ha convertido en una perrera pública. Los amantes de los animales son los primeros en querer disfrutar de una ciudad limpia de deposiciones caninas pero hay un grupo, que es el que más se hace notar, que no está por ver las calles limpias y hasta parece que disfruta dejando avisos debajo de los árboles, que ya se han convertido en nidos de moscas con la llegada del buen tiempo. Aunque esta actitud antisocial se da en todas las urbes, hay que dar ejemplo para no ser candidata a patrimonio de la inmundicia canina. Tal vez con multas más severas se solucione, aunque será difícil el control. foto: un perro y su dueño | aec