Cuando la corporación de A Coruña se trasladó al nuevo palacio municipal de la plaza de María Pita, varias entidades coruñesas pusieron sus ojos en el viejo caserón de San Agustín, que
el Gobierno local ocupaba desde el año 1837.
El enorme edificio adosado a la iglesia de San Jorge despertó el interés de más de una agrupación local. Pronto comenzaron a llegar las solicitudes de cesión de la antiguo palacio municipal.
Ante la constante llegada de peticionarios, el ayuntamiento acordó solicitar un estudio sobre el posible uso del antiguo colegio agustino y convento, reconvertido en sede del ayuntamiento.
El edificio fue a parar finalmente a manos de Hacienda a pesar del recurso que interpuso el municipio herculino para retener su titularidad.
Ultimátum municipal
La real orden de 10 de julio de 1919 declaró la nulidad de los derechos para acoger la casa del municipio. Una decisión que no sentó bien al Ejecutivo local que, en el pleno celebrado el 29 de enero de 1919 hizo constar, que el 31 de diciembre del año anterior, requirió, por medio del Boletín Oficial, la entrega al Delegado de Hacienda del edificio que había ocupado hasta hace poco tiempo la casa de ayuntamiento. La resolución recoge también el ultimátum de se entablarían acciones legales si no se atiende el requerimiento en el plazo de 24 horas.
Hay que esperar varios años hasta volver a tener conocimiento del contencioso. No es hasta el 14 de septiembre de 1921 cuando el pleno da cuenta de un oficio recibido de la delegación provincial de Hacienda.
El escrito está acompañado por una copia de la real orden del Ministerio de Hacienda del 6 de agosto del año anterior. En él los responsables de la entidad tributaria explican la cesión del antiguo convento a la Real Academia provincial de Bellas Artes. Informan de que el nuevo destino del edificio servir como museo y biblioteca.
El escrito está acompañado, además de otro oficio de la propia Delegación, en el que se expone la necesidad de el ayuntamiento desaloje el archivo, los almacenes, el juzgado municipal y el registro de la audiencia, que pertenecían a la corporación. Conceden un plazo de 30 días laborables para que el consistorio haga efectivo el traslado de las mencionadas dependencias.
Felicitación al alcalde
Más de un lustro después, el 30 de abril de 1928, el alcalde, Jesús Casares, recibía la felicitación del pleno por la cesión del edificio que iba a permitir la construcción de una amplia plaza. El proyecto municipal era ensanchar la plaza del Marqués de San Martín e higienizar el Mercado de San Agustín. El ayuntamiento expresó en la misma sesión su gratitud al Gobierno e hizo especial mención del interés mostrado por el ministro de Hacienda.
La transmisión se completó el 21 de mayo, cuando el Delegado de Hacienda hizo entrega al alcalde de las llaves del antiguo palacio municipal, como símbolo de la transmisión de la propiedad. De este modo el caserón de San Agustín seguía la estela de la vieja cárcel de la Real Audiencia, en O Parrote, cuya titularidad también fue cedida al gobierno de la ciudad.
Un nuevo vial
La entrega de llaves dio el pistoletazo de salida a la demolición del edificio y a la puesta en marcha de los planes municipales de aumentar la superficie de la plaza y abrir el nuevo vial hacia el Mercado de San Agustín.
Con este proyecto se aumentó el tamaño de la plaza de San Jorge, de la que da al ábside de la iglesia y del propio mercado. De este modo se configuró una mejor disposición viaria del entorno y se propició la construcción de nuevas viviendas en un entorno más humano.
La zona se convirtió en un interesante centro económico y social del momento. Sobre la fachada principal de la Iglesia de San Jorge, aún pueden verse las piedras del caserón.
El convento de San Agustín perteneció en principio a la orden de los Jesuitas y más tarde se convirtió en colegio. Después fue ocupado, sucesivamente, por los Agustinos de Caión, las tropas de guarnición de la plaza y el gobierno municipal, que carecía de un lugar de reunión.
El Ayuntamiento de A Coruña se instaló en el caserón cuando se vio forzado a abandonar la Casa Consistorial de la Plaza de la Constitución, que amenazaba derrumbe por su estado ruinoso.
El éxodo de la corporación
Hasta llegar a este enclave, el ejecutivo local estuvo de forma provisional en diversas moradas mientras esperaba a que se edificase un nuevo palacio municipal. El colegio de los Agustinos les fue cedido en 1837, y lo ocuparon hasta 1918 cuando se inaugura la sede de María Pita, obra de Pedro Ramiro Mariño.
El edificio cumple este año, los cien desde su inauguración oficial por parte de la comisión plenaria que salió del caserón en pleno hacia la nueva edificación para asumir su titularidad. l