Este milenario faro levantado a orillas del mar en un promontorio agreste que se yergue en la parte más saliente de la ciudad, desafiando al mar, es una obra quizás realizada por los fenicios y asignada a los romanos por la estela grabada en la piedra al pie de la misma, en el interior de una caseta, obra del hermano de Giannini en 1804.
Pese a todo lo escrito y dicho, queda por conocer cuanto hay de cierto y cuanto de misterio sobre nuestra Torre, en pie después de tantas centurias y sucesos acaecidos a lo largo de la Historia de la Humanidad.
Cientos de escritores, desde lo más remoto de la historia, cuentan su versión sobre el faro, unas llenas de mitología y otras con algo de razón, pero de todas ellas conviene recoger la mejor literaria y hacer un rompecabezas que nos lleve a la procura de la precisa luz que tanto necesita el conocimiento real de la historia del milenario faro.
Sobre este monumento se puede decir y razonar mucho, y no estaríamos de acuerdo sobre su fundación.
Por lo tanto es preciso analizar con un trabajo serio lo antiguo que es la Torre, sin poner de antemano que pertenece a época romana, solo por la leyenda allí grabada. El faro de Hércules es más.
Su hermano, entre 1788 y 1790, lleva a cabo la colosal obra de reconstrucción del faro. Es Eustaquio Giannini Bentallol el que da la forma que hoy en día se puede contemplar.
Esta columna fue otorgada a la época romana por la estela grabada, aunque lo probable es que los romanos solo hiciesen en ella alguna obra o reforma de mayor o menor interés para mantenerla en condiciones, y que sirviese como mirador para seguridad de los ocupantes de aquel pequeño burgo, que se asentaba sobre la roca y que bautizaron el lugar como Portus Magnus Adrobicum
Instalaron su cuartel general y demás instalaciones en alguna parte de la zona alta de la ciudad y el puerto en la parte baja, en la Pescadería.
Para conocer la historia de este faro es preciso ahondar en las raíces de la misma y se hallan suficientes referencias en las invasiones de Irlanda, en el libro “Levor Gabála”. Por su lado, Estrabón, nos cuenta que “antes únicamente los fenicios hacían este comercio, traficaban con estaño. Y navegaban desde Gades, ocultando la ruta a todos los demás traficantes”.
Si tenemos en cuenta las plazas fuertes levantadas por los romanos en la antigua Galicia, vemos que Astúrica (Astorga), Brácara (Braga), y Lucus Augusta, (Lugo) eran los centros comerciales y sociales más importantes de aquel tiempo.
Lo probable es que los romanos solo hiciesen en ella alguna obra o reforma de mayor o menor interés para mantenerla en condiciones, y que sirviese como mirador
Por otro lado las poblaciones que estaban cerca de la costa casi desaparecen, por el nuevo estilo de vida impuesto por el invasor. A ello se añaden los problemas que aquel vasto imperio acarreaba.
Como se iban a gastar denarios en la procura de una columna que a los romanos nada les beneficiaba, ya que los emperadores estaban más pendientes en la recaudación de tributos, que en su dispendio.
Así tenemos en la primera y segunda centuria, gobernaron el imperio con desigual fortuna: Nerva entre el 96 y el 98; Trajano, del 98 al 117; Adriano, del 117 al 138; Antonino Pío, del 138 al 161; Marco Aurelio, del 161 al 180, y Cómodo del 180 al 192.
Ninguno de ellos pudo levantar la Torre por los graves problemas internos que tenían en el Imperio, tanto de índole militar, económica y social. A medida que crecía el mismo en sus límites, en esa misma proporción aumentaban los quebraderos de cabeza para los césares.
Lo más probable es que Lupus, recibiese el encargo para hacer un tributo reconocido en alguno de los césares romanos, y en tal honor levantase un ara romana, la que dedica al dios Marte.
Cumpliendo lo prometido, según reza aquella inscripción, en pago de algún favor recibido, y que nada tenga que ver con el levantamiento de aquella columna milenaria.
Es decir, que cuando Lupus hace esto, la Torre ya estaba en pie y que, él, sólo hizo lo que le mandaron. Grabar en la roca aquella estela, por circunstancias de algo recibido a cambio; pero al mismo tempo Lupus debió quedar impresionado de la magnitud de aquella obra, y en el fondo es posible que hiciese la ofrenda a Marte, pensando en que algún día, también él pudiera hacer tales obras.
En los cinco siglos que duró la dominación romana en Galicia, apenas en este tiempo se nombra a Adrobicum y Brigantia. Tampoco hay constancia de que los romanos levantasen semejante obra. Solo queda la estela allí grabada, la cual viene a decir:
MARTI AUG. SARC.G. SEVIVS LVPVS ARCHITECTVS AEMINIENSIS LVSITANOS. EX. V. (“Consagrada a Marte Augusto. Gaio Sevius Lupus. Arquitecto aeminiensis lusitano. Cumpliendo lo prometido”).
Lo que no se sabe es a que promesa se está refiriendo, si es sólo a la estela romana o sí también afecta a la Torre.