El recorte a la mitad previsto en la producción de aceite de oliva de Andalucía, la principal región productora de España, augura un escenario de precios altos para el consumidor y de dudas sobre la rentabilidad del sector.
La Junta de Andalucía presentó esta semana sus estimaciones de aforo para la campaña 2022/2023, que va camino de ser la segunda peor del siglo con tan solo 587.000 toneladas, el 49% menos que la campaña anterior.
La primera consecuencia directa ha sido un aumento de los precios en origen del aceite de oliva entre un 3 y un 8% en una semana, dependiendo del tipo de aceite.
El virgen extra cotizaba ayer a 4,25 euros por litro en las provincias de Jaén y Granada (el 7,59% más que el viernes pasado), mientras que el virgen lo hacía a 4,20 euros (+7,69%) y el lampante a 4,15 euros (+7,79%), según el observatorio de precios Infaoliva.
El sistema de información Poolred situaba la última cotización del aceite de oliva virgen en 4,10 euros por litro (+3,67% semanal), la del virgen en 4,12 euros (+6,06%) y la del lampante en 4,03 euros (+4,98%).
Los precios partían ya de unos niveles altos después de su recuperación hace un par de campañas, pero al aumento de los costes de producción se han unido últimamente la sequía, el calor y la escasez de lluvias, factores que explican la previsión de una campaña corta y escasa.
“Los precios están muy altos e incluso van a seguir subiendo por la falta de disponibilidad de producto, pero la subida no le va a llegar al agricultor, que está soportando un incremento tremendo de todos los costes de producción, como abonos, fitosanitarios y energía”, apunta a Efe el presidente del sector del Aceite de Cooperativas Agro-alimentarias, Rafael Sánchez de Puerta.
En esa situación “tremendamente preocupante”, Sánchez de Puerta explica que la subida de los precios es “inevitable” por una cuestión de oferta y demanda, y que habrá una “brecha muy grande” entre agricultura de regadío y de secano, ya que muchos productores se quedarán sin cosecha.
Los olivareros han reclamado un paquete de ayudas, nuevas obras hidráulicas para mejorar la gestión del agua y la paralización de la nueva Política Agraria Común (PAC), que entra en vigor en 2023, debido al clima de incertidumbre.
Mientras, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha pedido evitar la especulación en los precios y, aunque da por hecho que serán altos, ha llamado a la responsabilidad del sector para dar estabilidad frente a los posibles vaivenes.
El Gobierno mantiene que la producción de la campaña que empieza estos días estará en torno a las 800.000 toneladas, a lo que se añaden otras 580.000 toneladas que había en “stock” en septiembre.
La pasada campaña se comercializaron 1,6 millones de toneladas, por lo que la cuestión radica en cómo mantener ese nivel con una cosecha previsiblemente mucho menor.
Los envasadores y exportadores de aceite de oliva han mostrado sus discrepancias con los datos ofrecidos por la Junta de Andalucía puesto que, según los aforos de sus empresas, la producción de la nueva campaña se situará por encima de las 900.000 toneladas, elevándose hasta un millón si finalmente llueve.
El director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac), Primitivo Fernández, reconoce que los momentos de calor han afectado de forma importante a la aceituna, pero todavía están pendientes de las precipitaciones que puedan caer.
El director gerente de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (Asoliva), Rafael Pico, cree que, en caso de una disponibilidad inferior a lo que se está vendiendo de media, “tendrán que bajar la comercialización y el consumo”.
Pico estima en unas 20.000 toneladas el volumen de importaciones de aceite de oliva, que serán incapaces de compensar totalmente la falta de producción en España porque el resto de países tampoco va a tener grandes cosechas, salvo Turquía, con un poco más.
Es posible que la industria no pueda trabajar a pleno rendimiento y que caigan las exportaciones españolas, con las consecuencias económicas que eso conlleva, según Pico, que recuerda que una campaña se realiza por los principios básicos de la oferta y la demanda.