La moneda rusa, una de los principales víctimas colaterales de la guerra en Ucrania, rebasó hoy la barrera psicológica de los 100 rublos por dólar, una caída en picado que el Kremlin aún no sabe cómo frenar.
Los 101,03 rublos a los que se cotizará el martes con respecto al dólar convierten a la moneda rusa en una de las divisas que más se ha depreciado en el mundo junto a la lira turca o el peso argentino.
Esto ha llevado al Banco Central de Rusia (BCR) a convocar para el martes una reunión extraordinaria con el fin de elevar los tipos de interés por segunda vez en menos de dos meses.
El desplome del rublo ha sido imparable en las últimas semanas. La decisión del BCR de subir los tipos el pasado 21 de julio no tuvo el efecto deseado.
La moneda rusa ha perdido alrededor del 8 % de su valor desde entonces y se ha depreciado un 27 % desde principios de año, coincidiendo con la introducción en diciembre de 2022 de un tope (60 dólares) al precio del petróleo ruso por parte de Occidente.
Hacía nueve años que el rublo no caía siete meses consecutivos con respecto a la divisa estadounidense.
Tampoco ha podido revertir la tendencia a la baja de la moneda la reciente decisión del banco de suspender la compra de divisas extranjeras en el mercado interno.
El punto más bajo de la divisa rusa se alcanzó el 10 de marzo de 2022, dos semanas después del inicio de la guerra en Ucrania, cuando cayó a 121,5 rublos por dólar.
Con respecto al euro, el rublo también se cotizó hoy a 110,5 %, también el mínimo desde marzo del pasado año.
Los expertos opinan que el Banco Central aumentará mañana los tipos en un punto porcentual, hasta el 9,5 %, pero la entidad emisora insistió hoy en que sigue sin ver “amenazas para la estabilidad financiera”.
Los expertos coinciden en que el rublo seguirá cayendo hasta finales de agosto, principios de septiembre, pero se fortalecerá hasta los 80-90 rublos por dólar antes de que termine este año.
El BCR considera que el principal factor de la caída del rublo sigue siendo el desequilibrio en la balanza comercial, resaltando que el valor de las exportaciones se ha reducido en un tercio desde la segunda mitad de 2022.
Las sanciones occidentales redujeron notablemente los ingresos por la exportación de hidrocarburos, mientras las importaciones se acercan a los niveles anteriores al inicio de la contienda -26.000 millones de dólares sólo en mayo- y al máximo histórico establecido en 2012.
Los ingresos del Estado ruso sólo por las exportaciones de petróleo han disminuido un 50 %, mientras el precio del gas es diez menor que hace un año.
Otros factores son la reducción de la extracción de petróleo, la especulación bursátil, la compra masiva de divisas por parte de los turistas, la fuga de capital de la empresas extranjeras y el dramático incremento del gasto en defensa debido a la necesidad de aumentar la producción de armamento.
Tampoco se puede ignorar la situación bélica y política, ya que el rublo no ha dejado de depreciarse desde que el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, protagonizara el pasado 23-24 de junio una fallida rebelión armada.
La presidenta del BCR, Elvira Nabiúllina, aseguró en su momento que “cualquier cotización del rublo es aceptable” y que sólo intervendría en caso de absoluta necesidad, pero el banco sí admitió hoy preocupación por la inflación.
La inflación ya aumentó hasta el 4,3 % en julio desde el 3,25 % en junio, mientras que los precios han subido un 3,41 % en lo que va de año.
La carne se ha encarecido en un 30 % en las últimas semanas, lo que amenaza con disparar el coste de uno de los productos básicos de la cesta de la compra de los rusos, el embutido.
De hecho, según la agencia de estadísticas, Rosstat, el precio del plato de hamburguesa con puré de patata, uno de los clásicos de los comedores en este país, cuesta 254,5 rublos, unos dos dólares y medio, el máximo desde julio de 2022.
Algunas organizaciones de consumidores han pronosticado un alza del 30 % de los productos importados antes de finales de año, por lo que han instado a los rusos a renunciar al café extranjero en favor del té o el café de achicoria.
Esto preocupa mucho al Kremlin, ya que el presidente ruso, Vladímir Putin, se presentará casi con toda seguridad a la reelección en marzo de 2024, anuncio que podría producirse en los próximos meses.