Las palabras importan, y más en política. La exministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, desató la polémica tras contestar al expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y su forma de expresarse de la siguiente manera: “No sé de dónde ha sacado ese gracejo; ya que usted es gallego y los gallegos no tienen fama de graciosos”.
Belarra se pronunció de este modo durante la intervención de Rajoy durante la comisión que investiga en el Congreso la utilización de la llamada ‘policía patriótica’ contra dirigentes independentistas catalanes.
En su intervención, el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy negó tener “conocimiento” de la existencia de la denominada operación Cataluña y del supuesto espionaje a parlamentarios de Podemos. “Soy una persona de derechas de provincias pero, sobre todo, soy un demócrata. Por eso yo nunca espiaría a miembros de las Cortes Generales”, sentenció.
Rajoy, que llegó arropado de miembros de la directiva del PP como Miguel Tellado, sostuvo que, de lo que sí tiene conocimiento, como deslizó, es de las actuaciones por las que fueron condenados “dirigentes políticos muy cualificados”, en referencia a los protagonistas del proceso independentista. “Eso lo viví directamente y de eso sí les puedo informar”, comentó el expresidente antes de defender toda su actuación ante el procés.
Después, en respuesta a Belarra, Rajoy dijo no conocer “ni una palabra” de las búsquedas policiales sobre dirigentes del partido morado. “Yo no tendría ni tengo ningún interés en hacer ninguna inspección sobre ustedes porque no me parecen tan importantes para mi vida”, respondió Rajoy, haciendo gala de la sorna que le caracteriza y de la que ha echado mano en distintas ocasiones durante el interrogatorio.
También afirmó que la Policía “ha desmentido” las acusaciones de ‘espionaje’ de los morados. “Yo creo más a la Policía que a su grupo parlamentario que, además, no son ni grupo”, le soltó a Belarra, quien le replicó que estaba basando sus acusaciones en informes policiales.
“Niego que el Gobierno haya dado alguna instrucción a nadie para espiarles a ustedes”, enfatizó, lo que llevó a Belarra a recriminarle su “gracejo” y a incidir en que, desde su punto de vista, el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz y el entonces secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez no pudieron ordenar esas búsquedas o “montar” el llamado ‘informe PISA’ sobre Pablo Iglesias sin que Rajoy lo supiera.
“¿Usted se cree que somos tontos?”, preguntó la diputada. “Yo entiendo que usted tiene esa lógica y ese gracejo, que no sé de dónde lo ha sacado, porque los gallegos no tienen fama de graciosos”, dijo Belarra, a lo que Rajoy rechazó “responder”. “Tampoco se trata de generar aquí mal ambiente”, lanzó Rajoy.
“Yo pienso lo que pienso y supongo que usted piensa lo que piensa y hace muy bien”, ironizó, recalcando que a él lo que le importa son “las sentencias de los tribunales”, por lo que habrá que esperar a las mismas.
A cambio, Belarra se refirió a la condena al PP a título lucrativo por la trama Gürtel, acusó a “M. Rajoy” de haber cobrado “373.000 euros en efectivo de la ‘caja b’ del PP” y le definió como “el presidente del Gobierno más corrupto de la democracia”.
El comentario de Belarra sobre el “gracejo gallego” ha sido interpretado por muchos como un menosprecio a la retranca y la forma de expresarse de los gallegos. En redes sociales, numerosos usuarios criticaron la salida de tono de la líder de Podemos, señalando que, más allá de Rajoy, su afirmación suena a desprecio hacia toda una comunidad.
Las declaraciones de la ministra refuerzan un viejo estereotipo que ha acompañado a los gallegos en la política estatal: la idea de que su forma de hablar es ambigua o poco clara. Pero en esta ocasión, Belarra ha ido más allá, negando incluso el sentido del humor de un pueblo que ha hecho de la ironía y la retranca una seña de identidad.