Desde hace dos semanas, cuando cae la noche, la Policía Nacional cierra la calle de Ferraz, en el barrio madrileño de Argüelles, para impedir cualquier incidente en la sede del PSOE por las protestas contra la ley de amnistía, una situación que se está convirtiendo en un “desastre” económico para los comercios de la zona.
Así lo admiten a EFE los responsables inmediatos de cuatro establecimientos de la vía: un pequeño estanco, un restaurante, un establecimiento de lotería y una copistería, que reconocen, resignados, los perjuicios ocasionados por las concentraciones, que se han producido ininterrumpidamente desde el pasado 2 de noviembre por el contexto político nacional.
Las protestas han terminado varios días de forma violenta, con lanzamientos de objetos e intentos de derribo del cordón policial por parte de radicales y cargas policiales como respuesta, convirtiendo a Ferraz y la calle Marqués de Urquijo en el escenario de los disturbios, que también se extienden a otras calles adyacentes más pequeñas y a Princesa.
Mientras que en la oscuridad reina la tensión, las jornadas diurnas en Ferraz se desarrollan con absoluta normalidad: los vecinos pasean a sus perros, los camareros de los bares sirven cañas y raciones y los pequeños establecimientos como las casetas de estanco callejeras atienden a los clientes, como es el caso de la que hay situada en el límite de la intersección de Ferraz con Marqués de Urquijo.
“Nos está perjudicando bastante todo esto”, admite su vendedora, que cuenta que desde que comenzaron las concentraciones cierra más pronto, una hora y media antes de lo previsto. “Y no es sólo esa hora y media. Durante el día hay menos tránsito también, la gente no viene tanto por aquí”, añade.
A unos 25 metros del estanco, el camarero de uno de los restaurantes de Ferraz explica que lo están pasando “mal” estos días, en los que han tenido que cancelar un total de 300 reservas y han facturado un 20 % menos de lo previsto.
“Es un desastre”, resume, y cuenta que, algunos días, la policía les ha conminado a recoger más pronto la terraza.
Desde que comenzó la tensión por las noches, este establecimiento ha visto reducida su clientela a policías y periodistas, tal y como ha podido confirmar EFE desde dentro del cordón policial en los sucesivos días de protesta.
Lo sostiene también un parroquiano del restaurante y vecino de Argüelles, que se une a la charla para contar que ahora sólo viene a mediodía “para hacer algo de gasto”, en vistas de que por la noche se hace imposible acceder al perímetro.
Siguiendo la calle, la responsable de un establecimiento hostelero explica que “los vecinos están hasta las narices” de la situación, aunque en su caso, pese a que sí ha notado cierto bajón en la facturación por el descenso de afluencia de personas en la vía, es de las menos afectadas, según reconoce ella misma.
“A partir de las 6 o 7 de la tarde dejan de venir, pero es verdad que siguen viniendo por la mañana”, detalla.
A su lado, en una copistería, uno de los dos trabajadores presentes asegura que, por la tarde, “la venta es cero”, y también confirma que están facturando menos, aunque como en el caso de la lotería, dice que su situación no puede compararse a los perjuicios ocasionados en la hostelería.
En este contexto, la organización Red Autónomos ha reclamado indemnizaciones para los autónomos y pymes de la calle Ferraz ante lo que considera como “un asedio” al barrio que está imposibilitando realizar las actividades comerciales de forma normal.
En una nota de prensa, la entidad subraya que algunos de los establecimientos “han sido vandalizados” ante los “actos ilegales, en algunos casos violentos e incluso antidemocráticos” derivados de las concentraciones.