Por Natalia Alcayde
Es la palabra más repetida, aunque encierra muchas paradojas y medias verdades. En la cumbre del clima de Glasgow la industria instó enérgicamente al cambio, pero no hicieron mucho, es más de lo mismo, llamamientos a la acción pero sin ningún compromiso. Seguimos igual que en 2018 pretendiendo el impacto cero en el año 2050.
Resulta que en el 2030 las emisiones del carbono textil habrán alcanzado los 2.700 millones de toneladas y sus deshechos un 60% más, aún así hay que reducir a la mitad. Uno de los nuevos términos favoritos de los agentes de moda fue “proximidad”. Confeccionar más a menos en cercanías, no es novedoso. Lo mismo ocurre con la reventa y con la segunda mano.
Lo que sí es nuevo son las exposiciones de arte dedicadas a los materiales bioalternativos, entre ellos el MYLO (falsa piel), conseguida a partir del champiñón. Fue desarrollada por la startup Bolt Technology en 2018. Piel utilizada para el bolso Frayme de Stella Maccartney, accesorio estrella de su colección primavera-verano 2022, cosa que me parece un auténtico atrevimiento por ser poco accesible por su precio, en la anterior colección se vieron un top y unos pantalones que nunca se comercializaron a un precio de venta de 1.000 euros. Las Stan Smith de Adidas de Milo saldrán a la venta a finales de diciembre y supongo que también a un precio desorbitado.
En el 2030 las emisiones del carbono textil habrán alcanzado los 2.700 millones de toneladas
El diseñador británico Patrick Mc-Dowell dice: “Creo que debemos tener cuidado con el lenguaje y cómo nos referimos a la situación climática, hay mucha ansiedad en decir lo correcto y eso a veces conduce a no hacer nada al final. El futuro pasa por la polinización cruzada entre industrias, profesiones y antecedentes que aseguren soluciones medioambientales”. Sigue: “El gran problema es que el de la moda es un modelo de negocio basado en lo inmediato, que mide su éxito por el aumento de ventas y unidades de producto. Se crea sin saber qué se va a vender, de ahí tanto dese- cho. Mientras ese elefante siga en la cacharrería, no rediseñemos la experiencia de vestir y cambiemos el sistema educativo poco hay que hacer”.
Tenemos que tener en cuenta:
Estamos cambiando bajo un prisma más consciente, existe un mercado alternativo, nuestra forma de consumir y entender la moda en nuestros armarios tiene que evolucionar. El porcentaje de prendas de segunda mano en nuestro armario pasará del nueve al 18% en los próximos ocho años.
Si el mercado de segunda mano está aumentando es que consumimos de forma diferente. Las generaciones milenials y centenial son adictas a la novedad y también conscientes del coste medioambiental, esto sumado a la nostalgia pospandemia ha dado un giro a nuestra manera de comprar y aumentar el deseo de la moda de otras décadas.
Por lo tanto la reventa está asumida como algo natural y el alquiler representa la idea de moda circular. Tenemos que entender que lo viejo puede ser nuevo y que el futuro se encuentra en el intercambio.
Evolucionemos.