El premio nacional de investigación de jóvenes, profesora e investigadora de CITIC, Verónica Bolón Canedo, visitó el pasado martes el HUB de Hi Coruña para hablar sobre el tema que lleva desde el año 2008 estudiando: el efecto de los sistemas IA. Actualmente se encuentra trabajando en el proyecto Greening, donde se encarga de los algoritmos de selección de características verdes y rápidas. También es la directora de la cátedra UDC-INDITEX para investigar en IA y algoritmos verdes, centrada en la información y divulgación. Pretende estar activa hasta finales del año 2026.
Para comenzar, en una encuesta realizada en el Research Centre de la Comisión Europea durante los meses de marzo y julio del año 2021 se llegó a obtener los datos de que había un 63% de personas que pensaban que el efecto de la IA en el medio ambiente era inocuo, otro 32% pensaba que tenía un efecto positivo y, por último, tan solo un 5% valoraba que tenía un impacto negativo. La realidad, explica Verónica Bolón, es que la IA tiene tanto efectos positivos como negativos que son importantes valorar. Pero, sin lugar a duda, su impacto no es inocuo.
El dilema ético de la IA
Hoy en día la IA supone una revolución en nuestro día a día. Por ello es que se plantean cada vez más dilemas éticos. Debido a la falta de información disponible para la sociedad, muchas veces no somos conscientes del impacto que las herramientas de la IA tienen en el medio ambiente. Hoy en día hemos empezado a ver un aumento de artículos que explican y comparan cómo de contaminante es realmente la IA. Por ejemplo, entrenar un único modelo de IA puede producir tanto CO2 como cinco modelos de coche. En esto se basa el actual dilema de la sostenibilidad.
Lo que sucede también es que debido a la desinformación que existe en la red hay quienes, por cuestiones de inmediatez y comodidad, han empezado a hacer uso de herramientas de IA para hacer búsquedas que se podrían solucionar fácilmente con Google. Un gran ejemplo es Chat GPT, uno de los grandes protagonistas de nuestra actualidad. Un número aproximado de 20-30 preguntas en Chat GPT consume medio litro de agua, una cifra alarmante si se tiene en cuenta el aumento del uso de esta IA durante este último año.
IA verde
Es por ello que últimamente se ha empezado a poner en el foco la denominada IA verde, es decir, aquella investigación que se centra en producir resultados novedosos teniendo en cuenta el coste computacional, teniendo también en cuenta el deseo de reducir lo máximo posible el consumo de recursos. Aquí es donde entran también los algoritmos verdes, una parte esencial en este nuevo dilema de la sostenibilidad.
Por un lado, nos encontramos con el green-by, que se basa en el uso de la IA para luchar contra el cambio climático. Gracias a este se estima que en el año 2030 se podría reducir entre 2.6 y 5.3 gigatoneladas de emisiones de gases. El green-by, además, sirve para diversos sectores como lo puede ser el agua, la agricultura, energía y hasta el transporte. Algunos ejemplos de aplicaciones green-by son Oroeco, que gamifica el impacto del carbono personal y anima a los usuarios a tomar decisiones más sostenibles; o la conocida aplicación de Too Good To Go, que ayuda a la reducción de desperdicio de alimentos al ponerlos en venta a un precio más bajo.
Por otro lado, tenemos el green-in, la optimización algorítmica. A pesar de que es una línea que se encuentra todavía dando sus primeros pasos se cree que podrá tener efectos de lo más positivos. Se encarga de la optimización del hardware, seleccionando GPUs que valen más que otras o del edge computing, la tarea de hacer los cálculos en el mismo lugar de donde salen los datos para no gastar energía y recursos en transportarlos de un lugar a otro.
Regulación y normativas
De momento nada relacionado con la IA se encuentra regulado. Ya en el año 2019 se proponían unos 7 principios entre los que aparecía el bienestar social y ambiental, aunque no se le daba especial énfasis. Lo positivo es que España se trata de uno de los países más concienciados con la IA verde y el gran impacto medioambiental de la IA roja. Se trata de uno de los pocos países con Programa de Algoritmos Verdes. A pesar de que sí existe un intento por el control de la IA todavía no hay un consenso internacional y/o mundial.
No obstante, Verónica Bolón nos da un pequeño mensaje de esperanza: “La IA no es “mala”. Puede brindarnos una gran ayuda y nosotros podemos llegar a hacer que sus métodos sean más eficientes y sostenibles. Si hay algo que podemos tener muy claro es que la IA es inteligente, pero no podrá superar el intelecto humano”.