El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu planteó que, cuando termine la guerra, Israel podría encargarse de forma transitoria “indefinidamente” de la seguridad en la Franja de Gaza, donde los muertos ya superan los 10.300 mientras continúan los ataques por tierra, mar y aire de las tropas israelíes para destruir a Hamás.
“Cuando no tenemos esa responsabilidad en materia de seguridad, lo que tenemos es una erupción del terror de Hamás en una escala que no podríamos imaginar”, dijo en relación al ataque del grupo islamista en suelo israelí el 7 de octubre, que dejó 1.400 muertos –la mayoría civiles– y 240 secuestrados, y que provocó la actual guerra.
Los intensos bombardeos israelíes y la agresiva ofensiva terrestre causaron ya más de 10.320 muertos, entre ellos 4.237 niños en la Franja de Gaza, mientras se sume en la peor catástrofe humanitaria de su historia, sin apenas comida, agua potable, medicinas o combustible. La ayuda humanitaria que entra a cuentagotas es insuficiente.
El primer ministro –que aún no ha asumido ninguna responsabilidad sobre los fallos de inteligencia que permitieron el ataque de Hamás– no especificó quién debería tomar el control de la Franja de Gaza, gobernada de facto por Hamás desde 2007, después de la guerra.
La administración de Biden expresó su oposición a una reocupación israelí de la Franja y le planteó que elabore un plan sobre quién gobernará una vez Hamás sea eliminado del poder. Mientras, cada vez más miradas se tornan hacia una impopular Autoridad Nacional Palestina (ANP), que rige en zonas reducidas de Cisjordania, ocupada por Israel desde 1967.
Sobre el futuro político de la Gaza de posguerra, Itamar Yaar, coronel retirado del ejército israelí, indicó ayer que una vez que Israel termine con el régimen de Hamás, “la única opción es que una fuerza internacional asuma el control transitorio”, preferiblemente formado por países árabes de la región. “No deberíamos ser nosotros quienes asumiéramos esa responsabilidad”, señaló este experto en seguridad con amplia experiencia militar en Gaza.
Según Itamar Yaar, la alternativa “más realista” es que la ANP asuma el control político de la Franja post-Hamás, de manos de esa fuerza internacional transitoria, aunque admitió que es un planteamiento que no gozará de un amplio respaldo de la sociedad israelí, cada vez más derechizada y partidaria de la anexión de los territorios palestinos.
Hasta que se llegue a esa situación futurible, para lo que pueden quedar meses, Netanyahu sigue descartando un alto el fuego que permita la entrada de ayuda humanitaria y un respiro para la población civil, que se ha visto obligada a evaucarse al sur bajo las bombas, a pesar de las reiteradas peticiones de Estados Unidos y del resto de la comunidad internacional.
El líder israelí ignoró los llamados a un alto el fuego temporal de Blinken, en su vista del fin de semana, y volvió a hacerlo el lunes en una llamada telefónica con Biden. Pone como condición previa la liberación inmediata de todos los secuestrados y solo se ha mostrado abierto a “pequeñas pausas humanitarias”.
Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Al Qasam, milicia del grupo islamista Hamás, aseguró ayer que Israel “obstruyó” hace unos días la liberación de doce rehenes con ciudadanía extranjera cautivos en Gaza, pese a que las brigadas estaban por liberarlos.
“Las Brigadas estuvieron a punto de liberar a doce detenidos con nacionalidad extranjera, pero la ocupación (Israel) lo obstruyó”, indicó la misma fuente en un comunicado en Telegram, que no concretó en qué forma exacta se dio esta supuesta obstaculización, mientras siguen los constantes bombardeos sobre el enclave.