No fue necesario optar por medidas coercitivas. El simple requerimiento judicial hizo entrar en razón al grupo de personas que se establecieron por su cuenta y riesgo en una vivienda de Bastiagueiro, en concreto en el número 122 de la avenida de Che Guevara, en el lugar de O Toxal.
 

Según fuentes municipales, los okupas depusieron su actitud días antes de que el plazo que les otorgó el juzgado competente expirara, que no era otro que la jornada de hoy.
 

Las mismas fuentes no hicieron referencia alguna a que se produjesen incidentes por lo que se deduce que las instalaciones de la vivienda se encuentran, si no en perfecto estado, al menos sin daños importantes.
 

Como era de suponer hubo que esperar casi un mes para que estas personas abandonaran la vivienda, a pesar de que el alcalde de Oleiros, Ángel García Seoane, en su primera denuncia de la situación daba un plazo de cinco días a los okupantes para que dejasen la casa.
 

“Vividores” 

“Estos son vividores. Nada tienen que ver con los que no tienen vivienda y ocupan, algunas veces, las de los bancos. Yo ahí (en el caso de las entidades financieras) ya dejo que vuele la imaginación de cada uno, pero no puede ser que se ocupe la vivienda de un particular”, se manifestaba profundamente enojado el regidor el 6 de septiembre cuando se hizo pública la okupación.
 

García Seoane responsabilizaba del allanamiento a un grupo de personas que ya habían protagonizado otro episodio similar en el año 2020 en la parroquia de Perillo.
 

“Esta misma gente ya ocupó otra casa en la avenida de As Mariñas. Meten gente dentro y se valen de la presencia de niños y menores para que no se les pueda echar. En aquella ocasión llegaron a pedir 3.000 euros para marcharse”, añadía el regidor.
 

Escándalo

“Es un escándalo lo que está pasando en este país. ¿Cuándo se van a cambiar las leyes para que no se puedan ocupar viviendas de personas que trabajan duramente para tener una propiedad? No se pueden permitir este tipo de actuaciones por lo que el Ayuntamiento prestará toda su ayuda para que en cinco días la casa esté desalojada”, insistía.
 

La realidad ha demostrado que las previsiones de García Seoane fueron excesivamente optimistas y no porque no hubiese precedentes en ese sentido.
 

La okupación que se llevó a cabo en Perillo se prolongó durante semanas, a pesar de que los propietarios del inmueble contaron con el apoyo incondicional de sus vecinos en sus protestas.