¿Sirve para algo la sesión de investidura a la que se ha sometido Alberto Núñez Feijóo?
Sin duda, Alberto Núñez Feijóo ha aprovechado para desgranar su programa político y estrenarse como jefe de la oposición. Y como era de esperar, Pedro Sánchez ha hecho uno de esos alardes de desprecio y ha mandado a Óscar Puente, ex alcalde de Valladolid a medirse con el líder del PP.
Pero vayamos por partes. Lo primero es reiterar que el debate de investidura llega demasiado tarde. Es un debate a destiempo.
Las elecciones se celebraron en julio, y con el verano de por medio llegamos al mes de septiembre contando en el imaginario colectivo que Pedro Sánchez es y seguirá siendo presidente.
Sigo pensando que Alberto Núñez Feijóo no sabe manejar los tiempos políticos, que a nivel nacional no son los mismos que a nivel autonómico. Parece olvidar que Madrid es el rompeolas de todas las Comunidades. Y si fue la actual presidenta del Parlamento, la señora Armengol, la que le impuso la fecha debería de haber protestado alto y claro.
En cualquier caso, el líder del PP ha demostrado desde la tribuna del Congreso que tiene un proyecto político y cuáles son los límites que establece a la hora de buscar acuerdos, pero si bien esos límites los ha dejado marcados con los partidos independentistas, su problema sigue siendo VOX, un socio que provoca un gran rechazo en buena parte de la sociedad y que es su kriptonita.
Bien es cierto que con los partidos independentistas sucede lo mismo, y más ahora en que Pedro Sánchez, una vez más, se ha desdicho con ese desparpajo que tan bién maneja de todo lo que aseguraba hace dos meses: que de amnistía nada de nada.
Pero Moncloa bien vale, no una misa, pero si traicionar la palabra dada algo a lo que Pedro Sánchez califica de “cambio de opinión”.
Volviendo a la esencia del debate tengo la impresión de que es un ensayo general de lo que será la legislatura en la que Alberto Núñez Feijóo se tendrá que fajar contra todos los portavoces de la Cámara, incluidos los que aparentemente le apoyan.
Sin duda estar en la oposición es una buena escuela para forjarse como líder y aumentar los galones, pero también para perderlos.
Sí, me pregunto qué va a quedar después de esta sesión de investidura en la que difícilmente habrá sorpresas, y cómo serán esos días que se avecinan en los que Pedro Sánchez empezará a pagar el precio que le exigen para seguir siendo Presidente.
Saben, estoy entre quienes lamentan el fin del bipartidismo, entre otras razones, porque creo que si el PSOE hubiera obtenido votos suficientes para gobernar, Pedro Sánchez podría haber sido un buen gobernante sin asumir el pago de las hipotecas que le reclaman los partidos independentistas. Por más que pague ese precio sin que le tiemble el pulso. Menudo es él.
Habrá quién contraataque diciendo que España es plural, sin duda, pero la pluralidad no se mide en cientos de pequeños partidos ni grupúsculos y, si no, que le pregunten a la vicepresidenta Yolanda Díaz, que no permite que nadie saque la cabeza en Sumar.