Manadas de Manresa, manadas de Sabadell, manadas de Alicante, manadas de los Sanfermines, manadas de los jugadores de la Arandina y otras tantas agresiones ponen en evidencia de que hay un claro aumento de las agresiones sexuales múltiples, en nuestro país.
Son numerosas las asociaciones de mujeres que manifiestan claramente y con tristeza que “la violencia sexual no acabará hasta que la vergüenza social recaiga sobre los violadores y no sobre las víctimas”. Desgraciadamente, en algunos sectores sociales, aún sigue vigente la creencia ancestral de que la mujer es responsable de las agresiones sexuales, recordando tiempos oscuros del pasado donde había millares de agresiones y violaciones a mujeres que quedaban impunes bajo la ley del silencio cómplice o con la disculpa estúpida de la vergüenza familiar.
La escritora y activista Mabel Lozano señala en uno de sus libros que “el putero no compra sexo, sino dominio y sumisión sobre la mujer”. No le falta razón, desgraciadamente.
Decenas e incluso centenares de casos de agresiones sexuales, principalmente a menores de edad, son denunciados en los últimos años en nuestro país. Imaginemos los otros centenares de casos que se producen realmente y las víctimas no los denuncian por miedo o vergüenza social. Hay que pensar, como reconocen las asociaciones y colectivos de mujeres que “las víctimas no convocan ruedas de prensa habitualmente …”.
Por otra parte también hay que lamentar ciertas actitudes de algunas personas, familiares y vecinos de los violadores y agresores sexuales, condenados judicialmente, y que les consideran “víctimas inocentes”, como si fuesen un ejemplo a seguir para el resto de “machistas sin escrúpulos”. Vergonzoso.