Sí, yo también grité ‘basta ya’. Fue en aquella memorable, tristísima, indignada, manifestación de manos blancas, julio de 1997, tras el asesinato por ETA de Miguel Angel Blanco. El ex presidente José María Aznar repitió la frase este pasado martes, en un contexto muy distinto, como parte de un llamamiento a la movilización cívica -que no es lo mismo que una ‘movilización nacional’, como se quiso deformar su mensaje- en contra de los planes del Gobierno de promover una amnistía que favorezca a los implicados en el ‘procés’ independentista. Fue un aldabonazo quizá excesivo -el terrorismo es algo distinto a los intentos de involución-, pero es que estamos en época de aldabonazos: cada toma de postura de un notable sobre las grandes polémicas lo es en estos días de agitación máxima ‘pre-investiduras’.
Porque este miércoles movió bastante las aguas políticas otro aldabonazo, este publicado en un periódico por algunos considerado próximo al Gobierno, del escritor Javier Cercas, que se confiesa socialista y que titulaba su trabajo ‘No habrá amnistía’, atreviéndose a deducir que Sánchez dará marcha atrás en sus planes, y aconsejándole que lo haga. Que Cercas, por cierto hermano de una flamante diputada socialista gerundense, que fue ‘prestada’ a Junts de Puigdemont para que esta formación lograse tener grupo parlamentario, lanzase su ‘chupinazo’ fue interpretado en las últimas horas de muy diversas maneras: desde quienes piensan en una nueva deserción de las prietas filas del mal llamado ‘sanchismo’, hasta quienes creen que el escritor se inscribe en un intento de ir preparando una ‘marcha atrás’ de Sánchez en su actual trayectoria de sumisión a las exigencias llegadas desde Waterloo.
Claro, respeto la libertad de expresión de todos, e incluso me atrevo a sentir un poco de admiración hacia todos aquellos que, rompiendo el Gran Silencio ambiental, se atreven a lanzar al aire sus voces discrepantes, sean moderadoras o incluso agitadoras. La opacidad derivada del miedo a perder un confortable ‘statu quo’ acaba dando mucho más valor a los que se atreven a salir a escena para, desde posiciones de notoriedad pública, mostrar sus discrepancias al que ejerce el poder. Aznar, siempre demasiado tajante acaso. Los otros, los del viejo socialismo, con diversos matices de alejamiento respecto de las tesis aún ‘oficiales’, que, la verdad, no encuentran demasiados defensores en público de los postulados ‘monclovitas’. Sánchez casi no tiene quien le escriba (a favor), digan lo que digan desde el campo contrario: los aldabonazos se multiplican en su contra, casi ninguno en abierto apoyo a su actual deriva ‘puigdemonista’.
Lo significativo son las reacciones del criticado, o de los criticados. ¿Es ‘golpismo’ el llamamiento a la ‘movilización cívica’ de Aznar, tal como acusó la portavoz del Gobierno? Claro que no; es la vieja propensión a desmadrarlo todo ejercida desde el atril del Consejo de Ministros. ¿Es desafección el artículo de Cercas?¿Traición al socialismo las declaraciones de Felipe, de Guerra, de Almunia, de...? Tampoco, desde luego: la tensión se cuela por las rendijas y las voces críticas en distintos tonos, pero cada día más numerosas --y más que vienen--, deberían hacer reflexionar al gobernante de turno acerca de si está en el buen camino.