Seguro que es una maldad pero cuentan que Pedro Sánchez, cuando se afeitaba y se encontraba frente al espejo, se decía a sí mismo “seré Presidente”. Sea o no cierto, la realidad es que lo es y que, como es natural, va a por todas para volver a serlo.
Han pasado los años, no muchos, y ahora tanto el jefe del Ejecutivo como muchos de sus ministros y, sin duda en Ferraz, se preguntan, sin necesidad de espejo, que es lo que está ocurriendo para que el “Gobierno de la gente” no remonte en las encuestas. Todas, absolutamente todas, reafirman la tendencia de un PP ganador. Y ni el Gobierno ni el PSOE lo entienden.
Aceptan y saben que gobernar desgasta pero no acaban de encontrar el motivo profundo del desapego que, según las propias encuestas, detectan día tras días. “Resulta --afirma un dirigente socialista-- que la opinión pública da por buenas las medidas que estamos adoptando. Valoran el apoyo a los más vulnerables, la subida de pensiones y luego nos encontramos con unas encuestas que, hay que reconocerlo, nos causan perplejidad”.
Y tienen que estar perplejos si quitan importancia a lo intangible, que en política es tan importante como el BOE. Hacer un listado de lo intangible no siempre es fácil y muy difícil revertir una situación. Es un hecho, aunque a los socialistas les cueste admitirlo es que la mochila más pesada con la que Sánchez carga son sus compañías. Que se lo pregunten a algunos de sus barones a los que se les pone los pelos como escarpias cuando se dan cuenta de que Bildu o ERC son, en el fondo, los que mandan, los que tienen en sus manos la propia legislatura. Que se den un paseo por las calles y escuchen la opinión de miles de ciudadanos que no entienden la postura complaciente y comprensiva del Presidente con sus socios y no se corta un pelo a la hora de afirmar que es el PP el que está fuera de la Constitución. Que pregunten, que salgan a la calle y que escuchen y entonces es posible que comiencen a poner en orden la perplejidad en la que se mueven.
Pero no lo harán. Están demasiado imbuidos de soberbia. Se creen en posesion de la verdad, de manera que quien no coincide con ellos en materia fiscal es que están con los poderosos. Aquellas mujeres que no comparten las tesis de Irene Montero son bobas, sometidas, unas pobres mujeres que no se enteran de por dónde va el mundo, y qué decir si se ponen pegas a las ley trans porque la mera discrepancia ya es un ataque a los derechos humanos. Creen que los ciudadanos no se han dado cuenta de los susurros _solo ha habido eso, susurros_ ante la crueldad del régimen iraní con las mujeres. Y así podríamos hacer un largo recorrido por la forma en que Sánchez ha decidido gobernar.
Sin embargo, el no es el único responsable. Lo son todos aquellos que pudiendo hablar prefieren callar, los que saben que se acercan al abismo y son incapaces de poner salvavidas siempre incómodos pero a veces salvadores. Las elecciones de Mayo serán la primera vuelta para las generales. Las encuestas, que no son dogma de fe, no auguran nada bueno para el socialismo español y, es verdad, que a veces se gana y otras se pierde, pero es obvio que un partido socialista fuerte y reconocible es imprescindible para la democracia española y ese debería ser un objetivo prioritario para los propios socialistas.