El Gobierno estaba el lunes muy contento con las previsiones que publicaba la Comisión Europea sobre la evolución la economía española. El PIB de España estima que aumentará un 2,2% para este año. En principio no es una mala previsión, aunque para 2024 avisa la CE que no llegará ni al 2%. Parece que las continuas revisiones sobre lo ocurrido en 2022 está detrás de este “optimismo”.
Sin embargo, choca que la AIReF no esté muy de acuerdo. Tampoco el Banco de España, que ya avisa de que la escasa ejecución de los fondos europeos, que no llega ni al 10%, va a dinamitar la previsión gubernamental y visto lo visto, probablemente, la reciente de la CE.
Se le olvida a la vicepresidenta Calviño que España hace apenas un rato que ha logrado superar la riqueza anterior a la pandemia y que seguimos siendo el país en el que sus ciudadanos han perdido más poder adquisitivo. De hecho, la inflación en agosto ha vuelto a repuntar y se ha comido la subida registrada en los salarios. La cesta de la compra sigue siendo una tortura diaria y ahora hay que sumar los gastos de la vuelta al cole y el pago de alquileres e hipotecas, a pesar de que el Euribor ha bajado unas décimas.
En todo caso, tanto la CE como el BCE, están muy preocupados por la persistencia de la inflación (veremos que hace mañana la institución europea con los tipos de interés) y no descartan un proceso estanflación. Es decir que podemos estar ya muy cerca de vivir un proceso de bajo o nulo crecimiento del PIB con inflación. El BCE lleva tiempo fijándose en la inflación subyacente para tomar decisiones y ésta es persistentemente alta.
No hay, por tanto, razones para echar las campanas al vuelo. A pesar de que España puntualmente está reflejando mejores datos de crecimiento (veremos cuando haya que descontar el efecto positivo que se había previsto iban a tener los fondos europeos) y sobre todo cuando se observa un periodo más largo y no el dato puntual de un trimestre o incluso un semestre. Tampoco los datos de empleo y paro son relajantes y preocupan en Bruselas. Pueden hacer desde Moncloa todas las revisiones que quieran con un INE a favor, pero la realidad acabará imponiéndose. Entonces descubriremos que la famosa “moto” de Sánchez no llegaba ni a motocicleta y de aquella manera.