Este viernes, el PSOE presentó la correspondiente denuncia por los hechos acaecidos en la calle Ferraz en la noche del día 31. Las imágenes provocan estupor y náusea. La fiereza con la que se apaleaba el muñeco que representaba al presidente del Gobierno da miedo. Esa imagen da miedo y los que acompañaron él acto provocan estupor. Como se puede contemplar semejante acto sin mover una ceja?.
Sin pero alguno la condena debe ser total. Sin pero alguno hay que condenar, por ejemplo, el ataque a Begoña Villacis embarazada de nueve meses, el simulacro de ahorcamiento del Rey o de Mariano Rajoy, los escraches a la familia Iglesias o a la familia de Sáenz de Santamaría, los insultos a Isabel Diaz Ayuso o el lanzamiento de piedras a los dirigentes de VOX. La lista de ejemplos es, desgraciadamente, muy larga porque en los últimos tiempos el desprecio a las buenas maneras se ha convertido en uso y costumbre de la vida política.
No valen disculpas ni contextos. Es obvio que hay polarización, que el acuerdo mínimo entre los dos grandes partidos que aportarían sosiego al conjunto de la sociedad parecen estar fuera de agenda, pero nada debe justificar o explicar comportamientos, palabras, y actitudes que convierten al adversario en enemigo, que invita a la victimización, y que además se utilizan políticamente para él y tú más.
La libertad de expresión es un derecho especialmente protegido por ley y así debe ser, pero son quienes incurren en violencia, insultos e insidias quienes prostituyen este derecho fundamental. Esta prostitución de un derecho esencial es difícil, muy difícil, de encajar en delito de odio que es uno de los delitos tipificados con mayor precisión de nuestro Código Penal, pero si es susceptible y urgente que entre todos conseguir un pacto de rechazo sin pero alguno ante cualquier ataque, verbal y, por supuesto, no verbal, a cualquier persona y más si está persona es el Jefe del Estado o el presidente del Gobierno, sin olvidar ni a uno solo de diputados y senadores.
Proponer un pacto sobre las buenas maneras comprendo que puede sonar a película para niños, pero creo que nuestra democracia se vería muy reforzada si todos fuéramos capaces de establecer límites a las formas en las que se deben manifestar las discrepancias políticas. Ayudaría a establecer un mínimo sosiego, los responsables políticos darían ejemplo de convivencia y preservaríamos el extraordinario valor del derecho a la libertad de expresión y aquellos que con sus actitudes enturbian la vida política tendrían más claro que así no, que así no se hace política, ni se defienden las propias ideas.