Unas semanas atrás comenté los tres rasgos distintivos del concello de O Porriño y hoy traigo a este comentario la singularidad de otro concello, O Carballiño, que también sobresale por tres peculiaridades.
La primera es el templo católico de la Veracruz, el segundo proyecto de arquitectura religiosa de Antonio Palacios –el primero es el templo de Panxón–, que el arquitecto no pudo ver concluido. “Una suma teológica de la arquitectura histórica de Galicia”, dice el historiador carballinés Felipe Senén, la obra más grandiosa e identificadora del pueblo que cautiva por su belleza singular.
O Carballiño es –segundo rasgo distintivo– el epicentro de la preparación del pulpo a la gallega, una joya culinaria de la gastronomía de Galicia. A Festa do Pulpo atrae a miles de visitantes y es un homenaje a este molusco cefalópodo cuya importancia va más allá de lo gastronómico, es una parte muy importante del alma cultural de la villa y de la comarca.
El templo y el pulpo forman parte de la historia, pero la actualidad brinda un tercer rasgo distintivo de esta localidad, en este caso de carácter político, como es el pacto de coalición entre el PSdeG y el PP para la gobernanza de la villa, que es una rareza en el contexto general de polarización política. Fructificaron las conversaciones en un nuevo gobierno -el PSdeG ocupa ahora la alcaldía que cederá en el último año de legislatura al PP- y el pacto entre ambas fuerzas políticas funciona sin que se haya producido roce alguno entre los socios.
El alcalde actual justificó el acuerdo como la mejor forma de dar estabilidad al gobierno para superar la parálisis de la gestión que provocaba una corporación fragmentada y de buscar sinergias. En este sentido señaló que la entrada del PP en el gobierno municipal servirá para captar fondos de la Xunta y la Diputación gobernadas por los populares.
De hecho, el presidente de la corporación provincial y líder del partido popular en la provincia bendijo la coalición recibiendo en su despacho a los líderes socialista y popular de O Carballiño. No ocurre lo mismo con la dirección del PSdeG que tiene establecido un cordón sanitario a los populares y rechazó el acuerdo.
Los jefes locales de ambos partidos tienen “sentido común político” y saben que ni los concejales socialistas son unos rojos peligrosos, ni la derecha muerde, los populares pertenecen a un partido democrático que no come a los niños ni dinamita el estado de bienestar.
La coalición de esta localidad es una buena ección de diálogo y entendimiento, de concordia y colaboración entre dos partidos que, más allá de sus diferencias, potencian lo que les une y se entienden, como se entienden los vecinos de la villa que piensan distinto. Ambas formaciones aúnan esfuerzos para alcanzar el mismo objetivo: el progreso económico y social de la villa. Un ejemplo a seguir.