No hay nada que objetar a que Santiago Abascal quiera presentar una moción de censura al presidente del Gobierno, que sería la segunda y esta vez él ya no iría como candidato a sustituirle, aunque tal posibilidad sea un imposible matemático. Razones para censurar a Sánchez hay cada día tres y cada vez más graves. Lo que no hay son escaños para poderla ganar y sí la seguridad de que tras la votación Sánchez sacará mucho pecho. Como la otra vez.
Tampoco hay objeción alguna a que Inés Arrimadas se haya agarrado a ese clavo, como si no hubiera un mañana, porque exactamente eso en su caso es lo que hay. Que no tiene ya mañana.
Todo ello es aceptable y desde luego sería un error, que no parece que en esta ocasión vaya a cometer el PP, hacer lo que hizo Casado y lanzarse a un agrio y desnortado ataque contra quien la propone. Pero lo que tampoco es de recibo es que los propulsores de la operación se lancen, y se han lanzado ya, a la yugular del líder de la oposición, que es Alberto Núñez Feijoo y su partido el PP, con la consigna de que si no te sumas eres un gallina, un vendido y un traidor (más o menos) y por tanto deben de votarme a mí, que soy un machote, un valiente y un patriota. Vamos, forzarlo y marcarle senda, estrategia y decisión. O sea, llevarlo del ramal. Y eso es lo que Vox habrá de entender algún día que no puede hacer.
Esa imposición y prepotencia preventiva y anticipada --no parecen haber aprendido nada de lo sucedido en Andalucía-- es lo que no solo no cuela, es que llega a rascar. Sobre todo, cuando de inicio y por las redes donde pululan las parroquias más febriles, los insultos al dirigente popular, que le ha dado la vuelta y se mantiene a distancia en cabeza, a las encuestas y las expectativas electorales, algunas muy próximas, son desaforados y constantes.
Es lo que lleva a una sospecha y una pregunta ¿Oigan, esta moción, en el fondo, contra quién va?. Y la respuesta primera a tenor de lo que se va viendo es que más bien contra Sánchez, pues como que no. Solo hay que verle a él.
Está deseando que se la presenten. La va a ganar y le vendrá de perlas, una vez resulta la votación, para proclamar su victoria, justo antes de las elecciones municipales. Un regalo, vamos. Entonces cual es el interés. Pues también está bastante claro. En el caso de Cs y Arrimadas, sacar la cabeza, pues está con el agua al cuello, aunque sea abrazándose ¿quién nos lo iba a decir? a Vox. Ellos que no querían ni rozarse.