El CIS también juega

El último barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) correspondiente al mes de abril acaricia los sueños de Pedro Sánchez y difiere de todas las demás de reciente publicación. Es tanta la diferencia que solo cabe hacer apuestas sobre cuál de las dos prospecciones, la pública o la de todas las demás, nos toma el pelo.


El CIS anticipa una victoria del PSOE en las próximas elecciones generales por una diferencia de cuatro puntos sobre la opción del PP personalizada por Núñez Feijóo. Con las fuerzas-escolta (Sumar y Podemos, además de los independentistas), Pedro Sánchez podría renovar su actual pedestal parlamentario con los votos de prácticamente la mitad de los votantes a escala nacional, mientras que el PP (con su eventual costalero de Vox) apenas se quedaría en el 37 % de respaldo electoral.


El enunciado anterior, que deriva de las cifras hechas públicas el jueves de esta semana por el organismo oficial que dirige el sociólogo José Félix Tezanos ya forma parte de la percepción de la realidad -tan importante o más que la realidad misma- en el común de la ciudadanía. Y eso nos remite al ya manido debate sobre el poder de las encuestas como creadoras de estados de opinión.


Por supuesto que la función predictora de las encuestas es irrelevante frente a su poder creador de estados de opinión. El de todas. También las del CIS, que es un organismo dependiente del Ministerio de la Presidencia y su director -el del CIS- no tiene el menor inconveniente en confesar su militancia socialista, incluso presumir de ella. Esa es la diferencia frente a otros institutos demoscópicos, de carácter privado, que trabajan por encargo sin confesar la preferencia política de sus responsables ni los intereses de quien contrata la tarea.


Uno se pregunta en este punto si acaso los sondeos que se realizan por encargo están libres del viejo proverbio: “el que paga al gaitero elige la tonada”. Sería temerario por mi parte, y probablemente injusto, señalar a nadie. Simplemente me limito a recordar que en este banalizado juego de intereses más o menos santos nadie tira piedras contra su tejado. No me refiero solo a los primeros actores. Me refiero básicamente a los mensajeros. Aunque venga de la esfera pública, no privada, el CIS es uno más. Y también juega.


Lo que sí podemos hacer es recurrir a la higiénica comparación de las predicciones oficiales con la media aritmética de las privadas. La plataforma Electrocracia nos facilita la labor. Redondeando, otorga a la suma PP-VOX un 46 % de los votos, mientras que el PSOE y sus costaleros (Sumar y Podemos) se quedarían en el 39%. Estos son los datos. Como diría una querida colega, las conclusiones son del ciudadano.

El CIS también juega

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