Una vez más, el Partido Popular se dispone a pasar página. En 2018, lo intentó Pablo Casado, que con un discurso extraordinario logró enardecer a los asistentes al Congreso en el que fue elegido presidente del partido.
Desató toda clase de esperanzas en un momento difícil para el principal partido de la oposición. Aquel Congreso fue algo así como una terapia de grupo después de una serie de acontecimientos que habían dejado al partido en estado de desolación. En cierto modo, se repite la historia. El tremendo y doloroso final de Pablo Casado ha dejado exhausto al partido. Para dirigentes y afiliados ha sido como un mal sueño, una pesadilla, porque nada desgasta más, nada duele más a quienes militan en una formación política que las disputas internas. Las habidas en el Partido Popular han sido tremendas.
Para despertar de la pesadilla, los ojos se posaron en Alberto Nuñez Feijóo, muy conocido como presidente de la Xunta, con cuatro mayorías a sus espaldas y con una experiencia acumulada que le aleja de cualquier tentación adolescente y eso está bien. La política española no es una política para adolescentes...
Conocido el Feijóo que viene de Galicia, nos falta conocer al Feijóo de Madrid. De momento, y a la hora de escribir estas líneas, ya tenemos un dato objetivo: Cuca Gamarra, secretaria general del PP. Ha elegido a una mujer muy trabajadora, prudente en sus palabras y con unas formas que le sitúan en las antípodas de su antecesor. Gamarra es una buena imagen de la serenidad que Feijóo quiere traer al conjunto de la política española. Según muchos dirigentes, en la cita de Sevilla va a haber “buen rollo” en relación a Pablo Casado cuyo discurso de despedida se espera con interés y con el propósito de no hacer leña del árbol caído. Es lo menos que cabe esperar de la era Feijóo.
A partir del domingo, el PP abre una nueva página que, de momento, levanta más expectación que certezas. Lo que sí es seguro es que el modelo diseñado por Pablo Casado ha quedado rechazado . Ahora se trata de ver y analizar tanto el modelo de partido que quiere Feijóo como la estrategia de oposición que le permita llegar al Gobierno. Pablo Casado, objetivamente, no lo tuvo fácil pero para Feijoó no va a ser un camino de rosas, de ahí el sentimiento de especial agradecimiento por parte de militantes y afiliados hacia un hombre que a sus sesenta años, con una vida apacible tanto política como personalmente, da un paso que, supongo, le habrá generado un punto de vértigo.
Feijóo tiene que unir el partido, curar heridas y, sobre todo, ahormar un discurso de oposición y de Estado, sabiendo que tendrá que confrontar con la astucia de Pedro Sanchez y los afanes de VOX por ocupar el espacio del PP. El que en cuestión de horas será el nuevo presidente del PP se pone al frente de una maquinaria extraordinariamente potente pero vulnerable. La tarea no es fácil pero tiene a su favor que no es un adolescente.