Recibe hoy la ciudad de La Coruña al Consejo Superior del Ejército de Tierra, el más alto órgano asesor y consultivo de nuestras Fuerzas Armadas, que celebrará en el Palacio de la Capitanía General coruñesa una reunión presidida por el General de Ejército, Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, el ilustre coruñés don Amador Enseñat y Berea, impulsor de la iniciativa de este encuentro que, aunque solo sea por unos pocos días, renueva la profunda vinculación histórica de nuestra ciudad con los Ejércitos de España.
Me atrevo a decir que ninguna otra ciudad de España cuenta con el “pedigree” de una relación con el Ejército tan intensa y tan profunda en el tiempo como La Coruña. El peso de la historia estará hoy presente en los salones de la Capitanía General y los asistentes a la reunión, Generales Jefes, Tenientes Generales y Comandantes Generales, vocales natos del Consejo, percibirán sin duda ese hilo conductor de la Historia que los convierte en continuadores del excepcional maridaje que desde siempre existió entre los ciudadanos de La Coruña y los ejércitos de España, ya desde el 3 de agosto de 1480, fecha en que los Reyes Católicos crearon la Real Audiencia de Galicia, institución que, en nombre de los Reyes, desempeñaba simultáneamente las competencias de Gobierno y de Justicia, siendo así el antecedente inicial del Tribunal Superior de Justicia y de la Capitanía General, ambas entidades con sede en La Coruña.
Hoy se nos honra como ciudad con la presencia del Consejo Superior del Ejército, reunión que nos permite recuperar nuestra orgullosa condición de sede institucional histórica de las Fuerzas Armadas y sirve también para recordar que a las páginas de honor bélicas, se suman otras más profundas que son las que mejor definen la verdadera naturaleza y condición popular de los ejércitos de España.
Cierto es que aquí inició su singladura la Armada Invencible, o que aquí la apoteosis cívica simbolizada por María Pita derrotó la razia inglesa de represalia de Drake, o que en los altos de Elviña se produjo el primer Dunkerque de la historia, pero también es cierto que estas gestas son sencillamente páginas de la historia, gloriosas como muchas otras.
Lo cierto es que la esencia del vínculo entre pueblo y ejército que define a La Coruña lo constituye a lo largo de los tiempos el singular compromiso ciudadano que como en ningún otro lugar de España se dio aquí entre militares y civiles, unidos en la defensa de las libertades democráticas y de la legalidad y de la legitimidad constitucional a lo largo del siglo XIX.
Y nada refleja mejor esta aseveración mía que la coincidencia de esta reunión del Consejo Superior del Ejército con el aniversario de una de las efemérides más importantes del proceloso pero a la vez brillante siglo XIX español.
En efecto, tal día como hoy, 21 de febrero, pero de 1820, hace 225 años, tiene lugar en La Coruña un pronunciamiento militar impulsado y apoyado entusiásticamente por el pueblo que da lugar a la constitución de la Junta de Gobierno de Galicia, integrada por civiles y militares, la cual publica un “Manifiesto para restablecer la Constitución de 1812 dirigiéndose dicha Junta a la Nación Española para el logro de tan grandioso objetivo”, que no era otro que restaurar el régimen constitucional nacido de las Cortes de Cádiz y acabar con el sistema absolutista impuesto por Fernando VII.
Consecuencia de esta sublevación realizada en La Coruña, es la adhesión en cadena que a sus propósitos democráticos se produce en el resto de las guarniciones españolas, ocasionándose así el triunfo del levantamiento del General Riego, que prácticamente estaba derrotado al no haber logrado el apoyo de ninguna capitanía General a su pronunciamiento en favor del orden constitucional realizado en Cabezas de San Juan.
Tal día como hoy en 1820 en nuestra ciudad, la señal de la insurrección la dio el propio pueblo coruñés, tomando las calles y dirigiéndose al Palacio de la Capitanía General, donde se les unieron las tropas encabezadas por Álvarez Acevedo y por Espinosa de los Monteros, los cuales serían unos de los firmantes del “Manifiesto del 21 de febrero del 1820”, una de las piezas más profundas doctrinalmente al tiempo que más hermosas estilísticamente, de la literatura liberal del siglo XIX.
Siempre he dicho que mientas que otros lugares llevan la fama, como es el caso de Cádiz, La Coruña sin duda lleva la lana en la defensa del constitucionalismo y del régimen liberal, en gran parte gracias a la identificación democrática que en aquel tormentoso siglo XIX mantuvieron el pueblo coruñés y el ejército personalizado en Generales y Capitanes Generales con mando en esta plaza tales como Díaz Porlier, Espinosa de los Monteros, Rafael del Riego, Espoz y Mina, Antonio Quiroga, Pablo Morillo y muchos otros que incluso pagaron con su vida su defensa de las libertades constitucionales. Una identificación perfectamente expresada por los civiles y militares firmantes aquí en La Coruña del “Manifiesto del 21 de febrero” donde, y cito textualmente, nos dicen que con su gesta “desde La Coruña hasta Moscú hacen resonar el eco sonoro de la libertad política y civil”.