Cristina Mejías, en galería Nordés

Con el título de “Brilla arenoso y dorado”, la galería Nordés ofrece una exposición de Cristina Mejías (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1976), licenciada en Bellas Artes por la Complutense de Madrid y la NCAD de Dublín como estudiante de Erasmus. Desarrolló parte de su práctica artística en Berlín, para luego retornar a Madrid donde realizó un Máster de Investigación en arte y Creación. Ha realizado numerosas muestras y cuenta en su haber con importantes premios, entre ellos el Premio YLLY ARCO 2023.. El planteamiento conceptual de su obra parece orientarse a buscar relaciones inéditas entre aspectos diversos de la realidad, a tratar de sorprender lo oculto y abrir márgenes hacia lo sorprendente. En todo caso, lo que trata de transmitir habla de encuentros y de historias inconclusas de las que quedan fragmentos, vestigios o restos de materia de aleatorias y sorpresivas configuraciones. Trozos de objetos dispares se unen para componer cuadros o esculturas de singulares formas en las que se pueden percibir rastros de la acción humana y que traen ecos de lo perdido; al encontrarse así desgajados y reunidos para recomponer algo nuevo, nos hablan también de la eterna trayectoria de la vida y de sus azares, de ese interminable camino de nuestra condición terrestre, que consiste en hacer y deshacer. De esto nos habla la pieza “Hechura y siembra”, un relieve formado por láminas de madera teñida y abedul, más un aro metálico. De ese eterno discurrir, de ese heraclitiano e imparable fluir habla el vídeo “La vara del aedo”, donde se ve como una caña caída sobre una zona terrosa de un río acaba siendo arrastrada por las aguas. La obra “Todo viene de antes, todo está por hacer”, formada por la superposición vertical de cinco ánforas cerámicas y restos orgánicos, no sólo predica del barro originario de que estamos hechos, sino que también nos recuerda que somos herederos de nuestros ancestros y que la tarea que nos incumbe es interminable. Un aspecto a destacar es su particular forma de componer, por medio de collages superpuestos, de manera que se puedan ver las fisuras de unión; también son singulares sus ensamblajes donde lo matérico convive con lo pictórico y que en el caso de sus esculturas, como “Calle de las naranjas” el vacío que queda entre las piezas les aporta la sensación de una levedad aérea. Otro aspecto destacable es su modo de trabajar el espacio, de manera que el vacío o el hueco formen parte de la pieza, como sucede en la obra “Hacedores”, formada por delgados alambres que se curvan y cuelgan del techo. Destacable es el cuadro “Saber de oído”, para cuya configuración se ha servido de fragmentos de marquetería de su hermano lutier y que busca transmitir la sinestesia entre imagen visual y auditiva. Como dice Beatriz Alonso, su trabajo “está hecho de finísimos hilos conectores, transmisores de memoria; es decir, de todo aquello donde las palabras ya no son suficientes para comunicar ese “brillo dorado” que el artista siente o experimenta y empieza el trabajo de la imaginación.

Cristina Mejías, en galería Nordés

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