Hace apenas un par de meses, Pedro Sánchez y sus ministros estuvieron a punto de transmutar en dinosaurios de tanto repetir que la amnistía no cabe en la Constitución y, por tanto, esa era una línea roja que no se podía traspasar. Pero si Pablo de Tarso se cayó del caballo y vió la luz, nuestro presidente y los suyos han debido experimentar algo parecido en su camino hacia lograr una nueva investidura y eso les está salvando de transformarse en dinosaurios en unos casos y momias en otro.
Así que por los “pelos” ni Sánchez ni los suyos han pasado a formar parte de ese Parque Jurásico de ex dirigentes socialistas, votantes socialistas y ciudadanos de todo tipo y condición, entre los que me encuentro, que sin embargo hemos transmutado en dinosaurios y momias, más que por la edad, por opinar que no se puede conceder una amnistía, no solo porque no tiene cabida en la Constitución sino porque sería tanto como premiar a quienes intentaron un golpe de Estado y que además insisten en que lo volverán a intentar y que no renuncian ni un ápice de sus postulados.
Mientras tanto, desde el Gobierno y sus terminales mediáticas se acusa a José María Aznar de estar llamando a un “alzamiento” tipo Franco por proponer una manifestación ciudadana en que se pueda alzar la voz contra esa amnistía que pretende el Gobierno. A eso es lo que denominan “alzamiento”. ¡Qué fuerte!. Y lo dicen quienes están pactando con quienes sí han intentado dar un golpe contra la legalidad constitucional.
La foto almibarada de Yolanda Díaz con Carles Puigdemont no les produce ningún sonrojo, como tampoco produce sonrojo a esa izquierda que ha renunciado a pensar, que el PSOE y Sumar estén dispuestos a pactar lo que sea con partidos identitarios con un toque racista, y que intentaron perpetrar un golpe contra el Estado democrático.
Y es que están llevando a cabo una labor de ingeniería social en el que convierten en dinosaurios y fascistas a todos los que no están de acuerdo con que Pedro Sánchez apruebe por la puerta de atrás una ley que borre los delitos cometidos por Puigdemont y los suyos dándoles la razón de que realmente actuaron bien, mientras que al parecer, en 2017, fue el Gobierno de Rajoy, con el apoyo del PSOE, y el voto de Pedro Sánchez, quienes tuvieron un comportamiento antidemocrático aprobando la aplicación del artículo 155 en Cataluña cuyo única función es establecer los mecanismos para que las Comunidades cumplan con sus obligaciones legales. Por tanto, si ahora se aprueba la amnistía se estaría deslegitimando a quienes cumplieron la ley frente a quienes quisieran acabar con la legalidad democrática. Pero claro esta es una opinión de dinosaurio y nuestros próceres huyen de ella como de la peste.
Así que tranquilos, estamos salvados, Pedro Sánchez flaqueó hace unos meses negando la posibilidad de una amnistía pero ahora ha visto la luz, una luz inequívoca que ilumina de nuevo su camino hacia la Moncloa y que le aleja de transmutar en dinosaurio como tantos otros socialistas han transmutado. Y es que nuestro Presidente y los suyos militan en un maquiavelismo un tanto burdo pretendiendo que el fin, es decir, que Pedro Sánchez repita y siga instalado en la Moncloa, justifica los medios para conseguirlo. Y en eso estamos.