Un diputado, un pinganillo

Hay excelentes profesionales de la Medicina a los que les gustaría ejercer su profesión en Baleares. Una uróloga, un cardiólogo, un médico de familia... Sin embargo, hubo meses en los que había más profesionales de Sanidad que se marchaban que los que llegaban de la Península. Y hay dos razones: una inmobiliaria y, otra, política. La inmobiliaria es que casi 300.000 europeos han decidido residir de manera permanente en Baleares, y eso ha subido la demanda, mientras ha disminuido la oferta, con lo que los precios de los alquileres son muy altos.
 

La segunda es que la presidenta de Baleares siempre pensó que si un bebé mallorquín, de diez meses, enfermo, lo llevaba su madre a la consulta, y el pediatra le hablaba en catalán, la enfermedad huiría del cuerpo del tierno infante con enorme rapidez. Y conste que doña Francina Armengol no es ajena a los conocimientos médicos, porque es farmacéutica. Pero a la vez que se licenciaba en la Universidad de Barcelona, se afiliaba al Bloque de Estudiantes Independentistas, y mientras se familiarizaba con las complejas combinaciones químicas, aprendía también que el futuro de Barcelona y Mallorca eran los Països Catalans, incluido el Reino de Valencia.
 

Puede que debido a ese empecinamiento en imponer el catalán -en una autonomía donde tanto abundan los suecos, alemanes, británicos y daneses- haya influido en que sus paisanos la hayan echado de la presidencia balear. E insisto en que han sido sus paisanos, porque los europeos residentes en Baleares, que suelen ir al médico, ni votan, ni les afecta el catalán, porque con el personal sanitario hablan en inglés o en castellano.
 

En la lógica de Pedro I, El Mentiroso, lo que no han querido los baleares lo tenemos que aceptar toda España, representada en el Congreso. Y no pasará demasiado tiempo sin que la lengua que todos entienden, el español, se convierta en un problema, porque la nueva presidente ordenará contratar traductores de catalán. ¿Será obligatorio para los conserjes y personal subalterno del Congreso? No lo sé, pero dentro de poco veremos como cada diputado llevará su pinganillo colgado de la oreja. Por orden de doña Francina.

Un diputado, un pinganillo

Te puede interesar