Enredadas

Anunciaban un huracán, pero finalmente Kirk ha ido perdiendo fuerza. Cuando escribo estas líneas se ha presentado en las costas de Galicia como “borrasca extratropical”, eso sí, cargadita de vientos y agua. Quizás para cuando me leas, tan solo será un recuerdo, un fenómeno climatológico más de los que anuncian cada año. Ideal para buscar refugio en mi rincón de escritura, el abrigo de una manta y el sabor del roiboos con vainilla de Mariages Frères. Pienso en la lluvia, las lluvias. Hoy observo la lluvia de asfalto, recuerdo la que se desvanece en el mar, añoro la de tierra mojada.


Con ese tintineo de fondo, tiro del hilo que quiero compartir esta semana. Hilo que nace escondido en la madeja de las relaciones. Hilo para tejer redes. Hilo enredado en la historia que da nombre a este espacio, Minerva & Aracne.


En la mitología griega, la historia de Atenea (Minerva para los romanos) y Aracne es un poderoso recordatorio de cómo las relaciones, la arrogancia y el respeto por los demás pueden influir en nuestro destino. Minerva, la diosa de la sabiduría y las artes, representaba la perfección técnica y la destreza divina, mientras que Aracne, una joven mortal, era conocida por su extraordinaria habilidad en el tejido. Ambas magníficas tejedoras, pero con una diferencia fundamental: mientras Minerva entrelazaba la técnica con respeto y sabiduría, Aracne tejía con orgullo y desafío, subestimando la importancia de la humildad y el respeto hacia las jerarquías divinas.


Toda persona es tejedora de relaciones en su vida diaria. Sin embargo, la diferencia radica en cómo hilamos nuestras conexiones: ¿lo hacemos con la sabiduría y la generosidad de Minerva, o con la arrogancia y el desprecio de Aracne?


Minerva, consciente de su posición, no tejía solo por demostrar su superioridad; su tejido reflejaba su historia, su conocimiento, y su lugar en la sociedad. Esto es comparable a las relaciones profesionales y personales que construimos con respeto, reciprocidad y un interés genuino por los demás. Al igual que Minerva, quienes se esfuerzan por tejer relaciones sólidas y auténticas entienden que no se trata solo de mostrar habilidad, sino de transmitir algo más profundo: empatía, apoyo y reconocimiento mutuo. 


Aracne, por el contrario, tejía desde la arrogancia, desafiando a Minerva no solo en su habilidad, sino en su autoridad. En la vida cotidiana, este enfoque de soberbia puede manifestarse en personas que construyen relaciones superficiales, que se mueven solo por interés propio, sin considerar el valor del respeto y la humildad. Aquellos que, como Aracne, piensan que las conexiones son solo herramientas para el éxito personal, a menudo se encuentran aislados cuando más apoyo necesitan.


Construir redes de contacto desde una perspectiva egoísta puede ser destructivo a largo plazo, mientras que aquellas basadas en la generosidad y la reciprocidad tienden a ser más resistentes y beneficiosas. 
Tengo la suerte de contar con redes generosas y sólidas, quizás el legado inconsciente de las “rederas” de mi Donosti natal o las “redeiras” de mi Galicia familiar impregnaron mi ADN de un conocimiento para tejer esas mallas. Repasando las uniones, sabiendo que si un nudo falla, la red entera falla. Consciente de que la red es más fuerte cuantos más hilos tiene y cuanto mejor es la calidad de los mismos. A mayor alcance, dimensión, más pueden abarcar y, por consiguiente, aportar. 


Dejémonos por lo tanto “en-red-dar” y como decía Isabel Allende “lo que más vale en la vida no es lo que tenemos sino a quién tenemos”.

Enredadas

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