Esa Cataluña singular

Es curioso ver como el Psoe asume que reconocer las peculiaridades de Cataluña supone en realidad asumir todas las exigencias de los separatistas catalanes. Solo una razón de peso justifica todas las cesiones, que Sánchez continúe en Moncloa un tiempo más. Llevamos mucho tiempo cediendo a los chantajes y convirtiendo a Cataluña en un territorio “singular”. No me negarán que conceder los indultos a los delincuentes condenados no ha sido una singularidad o darles una amnistía a medida no lo fue también. Lo será, sin duda, la condonación de quince mil millones de euros que los españoles perdonaremos, por decisión de Sánchez, a la poderosa Cataluña y, finalmente, el gobierno volverá a ceder en la financiación que exigen los separatistas para diferenciarse del resto de comunidades autónomas del estado. Todo, absolutamente todo lo que se refiere a Cataluña es singular de la mano del gobierno socialista. Indigna, eso sí, que el gobierno repita una y otra vez que “los que más tienen deben que pagar más” y, sin embargo, de cobertura a los separatistas que, teniendo una región rica, pretenden sustraer recursos a las comunidades más necesitadas, porque de esto se trata, lo demás es literatura con la que se pretende confundir, otra vez, a la ciudadanía. Esta cesión o “singularidad”, como ustedes prefieran, será, de producirse, una decisión que marcará un antes y un después y tendrá consecuencias imprevisibles que bien podrían llevarse por delante a Sánchez o a la España conocida. No son ya las autonomías gobernadas por el PP, también las pocas gobernadas por los socialistas se han posicionado en contra de esta insolidaria “singularidad” que, lejos de atender los principios de la social democracia de igualdad y solidaridad, somete a toda España al capricho independentista y deja tirada a la España vaciada que tanto preocupaba a Sánchez cuando necesitaba el voto de aquel invento de Teruel Existe. Aquí despejamos la incógnita de esta ecuación: a Sánchez le van preocupando las cosas en la medida que sus necesidades le exigen, al margen del interés general y mucho menos de los intereses de España como nación única e indivisible. Conocidos son los cambios de opinión del presidente que, más que hacer de la necesidad virtud, hace contorsionismo marxista, del de Groucho, para demostrarnos, una y otra vez que Sánchez tiene unos principios pero que, si no le van bien, tiene otros. ¿Cómo se puede hablar de justicia fiscal y al mismo tiempo perdonarle quince mil millones de euros a los ricos catalanes? Sánchez pone siempre sus intereses y necesidades por delante de todo lo demás, aunque en ello se lleve por delante el sistema y la propia democracia. Para explicarme mejor, cuando Sánchez dice que gobierna porque la aritmética parlamentaria le arropa, aún cuando el PP ha ganado las elecciones, se auto erige en paladín de la democracia, pero cuando en Cataluña Illa no cuenta, de momento, con la ayuda de esa aritmética, entonces Sánchez dice que debe gobernar porque ganó las elecciones, una cosa y su contraria y sin inmutarse. Sinceramente, da miedo que este presidente se haga con el control del poder judicial, porque controlaría el ejecutivo, el legislativo y el judicial, tres en uno que rompe el sistema de garantías y con el estado de derecho como lo conocemos. No es Cataluña la singular, es Sánchez.

Esa Cataluña singular

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