Hy una cualidad que nadie discute al presidente del Partido Popular: su sentido común. El bueno de Gerardo Fernández Albor le llamaba “sentidiño” y desde entonces el profundo significado de esta expresión parece haber calado en los principios del PP que hoy representa el ex presidente de la Xunta. Con el último dato de inflación conocido ayer, los españoles esperan, necesitan la empatía del gobierno para poder seguir tirando del carro, que, cada día, es más pesado.
Deflactar los impuestos es algo que ya anunció la presidenta de Madrid desde el convencimiento de que no se puede pedir el mismo esfuerzo fiscal en cualquier situación. No es razonable que mientras los españoles se empobrecen cada día, el estado lleve un superávit de recaudación de más de 16.000 millones de euros este año. Sánchez pretende aliviar sus cargas con impuestos a la banca porque dice que gana mucho, pero lo cierto es que ese impuestazo lo acabaremos pagando los consumidores de una u otra manera. Si alguien está haciendo caja es el propio estado y, a pesar de eso, Sánchez se niega a bajar los impuestos que asfixian a las clases medias y trabajadoras españolas. Por el contrario, otro socialista, el alemán Scholz acaba de anunciar rebajas de impuestos porque es consciente de que los contribuyentes no pueden más.
También el presidente Feijóo propone rebajas fiscales, de hecho, el anunció en su día la bonificación de los impuestos de patrimonio y sucesiones cuando gobernaba en Galicia. No lo pudo hacer y se disculpó por ello, pero no renunciaba a hacerlo en un futuro que se vio alterado por su traslado exprés a Madrid para tomar los mandos del Partido Popular. Antes, tanto en Madrid como en Andalucía, ambas gobernadas por los populares, se bonificaron estos impuestos al 99% y el resultado ha sido mayor recaudación en ambas comunidades que captan cada día nuevas empresas y cotizantes que sitúan a ambas comunidades en el liderazgo de creación de empleo y riqueza.
Galicia merece un trato igual, ni mejor ni peor que estas dos comunidades y la reforma sería un revulsivo para la economía gallega, cabe recordar que Galicia siempre estuvo ahí en los momentos más difíciles del PP. Por tanto, no es explicable que muchas familias, aún hoy, tengan que renunciar a sus herencias por no poder pagar los impuestos. Son mayoría los gallegos que han hecho un patrimonio con su esfuerzo y que ya han pagado por él durante toda su vida y ahora ven que su capacidad de ahorro es castigada por la administración, se fustiga al ahorrador y parece premiarse al “gastador”. Lo curioso es que la mayoría de los gallegos dan su confianza al PP cada cuatro años y tantos gallegos y en tantas elecciones no pueden estar equivocados, pero, precisamente por eso, esperan un gesto, una mano en la espalda de apoyo y comprensión que ahora, el presidente Rueda, puede realizar con un doble objetivo: reforzar la posición de Feijóo a nivel nacional y decirles a los gallegos que sus ahorros son sagrados.
En todo caso sería un acto de justicia y el final de una doble imposición que castiga a familias ahorradoras, esas que, en las crisis que vivimos, sacan adelante a hijos y nietos. Sería un error dejar esa baza a la incertidumbre de unas próximas elecciones en las que pudiera meter la cabeza algún partido que obligara al PP a adoptar esta decisión. En política hay momentos y oportunidades, querido presidente Rueda, este es el momento y su gran oportunidad. Galicia se le agradecerá.