El historial de Otegi

La información sobre el pasado terrorista del actual presidente de Bildu es un volquete de realidad sobre el filantrópico relato que coloca a Arnaldo Otegi como el “hombre de paz” con el que vale la pena entenderse por el bien de la convivencia y la reconciliación. Son los dos valores llamados a justificar los ya cerrados pactos de Pedro Sánchez con una coalición de partidos entre los que figura el continuador político de ETA.


Hablo de Sortu, cuyo secretario general es precisamente el coordinador de Bildu. O sea, el mencionado Arnaldo Otegi, ya convertido en el socio parlamentario más fiable del todavía presidente en funciones, Pedro Sánchez, con el comprometido “sí” de sus seis diputados en la venidera sesión de investidura, aún sin fecha.


Digo que el rastreo mediático en el negro historial de este dirigente del independentismo vasco más radical es un inesperado jarro de agua fría sobre esos salmos sanchistas que anuncian lo bien que le va a sentar al país encamarse con quienes dan por bien empleados los asesinatos de Eta y quieren dejar de ser españoles.


Es justo y necesario que la vitola de “hombre de paz”, cosida política y mediáticamente a la figura de Otegi, sea sometida a la libre consideración de la opinión pública. Que los ciudadanos decidan si es o no es peligrosa la amistad de un hombre que hizo lo que hizo, a la vista de los expedientes policiales rescatados por el diario “El Mundo” (participó en nueve secuestros y ordenó un asesinato). Y también a la vista de que, treinta y cuatro años después, lo sigue dando por bueno, pues ni reniega de ello ni se reconoce en la generalizada condena de la opinión pública a lo que ETA hizo y lo que significa en la memoria de los españoles.


Un golpe de realidad. Que juzgue la gente si en la vitola de “luchador contra el franquismo” que se cuelga a sí mismo encaja el hecho de que Otegi se entregase a la dialéctica de las pistolas dos años después de la muerte de Franco.


“ETA ya no existe”, “ETA ya no mata”, “ETA es historia”, dicen quienes no le dan mayor importancia al rastro de sangre y miseria moral que han dejado Otegi y quienes segaron la vida de cientos de personas en nombre de la patria vasca. El caso es que, junto a otros independentistas que se han venido arriba por cuenta de una endemoniada matemática parlamentaria, ahora disponen de un desmedido poder conminatorio que acabará ahogando la democracia si los demócratas no reaccionan a tiempo.


Solo nos faltaba descubrir que las inhabilitaciones de hecho y de derecho que funcionan para los maltratadores, los corruptos o los alcohólicos, a la hora de ejercer un cargo público, no funcionan para los que secuestraron u ordenaron algún que otro asesinato de aquella banda terrorista que nos amagó la vida durante medio siglo.

El historial de Otegi

Te puede interesar