La sorpresa del desfile de ayer fue la imagen potente y de futuro que se produjo cuando el Rey, en compañía de su hija Leonor, heredera de la Corona, abandonaron juntos la tribuna para rendir homenaje a los caídos por España. Nada se sabía. Resultó una sorpresa para propios y ajenos. Una sorpresa que nos deja una imagen de futuro porque si el Rey es el presente, ella, la princesa Leonor, representa el futuro de la Monarquía parlamentaria que a lo largo de estas décadas de democracia tantos y tan buenos resultados ha dado para España, sin obviar, claro está, hechos que han resultados dolorosos tanto para el Rey como para muchísimos españoles que nunca pudieron imaginar que el reinado de Juan Carlos acabara como ha acabado.
Leonor está demostrando ser una mujer disciplinada y fuerte. Ha sabido estar de manera impecable en su jura de bandera y ayer volvió a demostrar que sabe cuál es su sitio. El que caminara junto a su padre en el homenaje a los Caídos no ha sido, como es lógico, algo improvisado. Muy al contrario es una imagen estudiada y deliberada porque esos instantes vienen a decirnos que la continuidad de la Corona, al menos sobre el papel, está garantizada.
La heredera tiene en su padre un buen maestro. El Rey se está comportando de manera escrupulosamente constitucional en unos momentos nada fáciles para España y él, como Jefe del Estado, es esa punta del abanico que une todas las varillas. No obstante, no se me escapa que en España no todo el mundo es monárquico pero creo que ni los republicanos más acérrimos puedan esgrimir críticas de fondo, ni de forma, al Rey Felipe. El desfile fue un éxito. Organización impecable y miles de personas asistiendo al mismo. Algunos de estos miles empañaron el acto solemne con increpaciones, abucheos y silbidos al presidente del Gobierno que de ninguna de las maneras los que creemos en las instituciones podemos admitir.
Pedro Sánchez es merecedor de críticas y de apoyos pero ni él ni ningún representante público tiene por qué verse sometido a semejante situaciones. Todos los electos están donde están porque así lo han querido los ciudadanos. Y esto vale, por supuesto, para el presidente del Gobierno sea quien sea este y vale para Isabel Díaz Ayuso cuando le tildan, nada menos, que de asesina.
La imagen de serenidad del Rey y de la princesa Leonor resulta balsámica cuando los ánimos están crispados. Si nuestros políticos fueran capaces de un pacto de cortesía entre ellos, de no tratarse con fiereza, es seguro que esto se trasladaría a la sociedad pero me temo que ni a eso, ni a la cortesía, están dispuestos. La tranquilidad que nos da el Rey es que él nunca la va a perder. Su heredera, la princesa Leonor, está demostrando ser una alumna aventajada.