Es una irresponsabilidad manifiesta montar una crisis desproporcionada y fake con Argentina, dañando los intereses españoles, por mucho que el presidente Milei sea tan irresponsable y tan culpable como el presidente Sánchez. Los irresponsables se retroalimentan, se necesitan para tapar sus miserias y sus errores y desviar la atención de lo que están haciendo mal.
Es cierto que en este caso, la historia la inició un irresponsable “cum laude”, el ministro Óscar Puente, al que Sánchez eligió para actuar irresponsablemente en la investidura de Alberto Núñez Feijóo y luego le premió con el Ministerio de Transportes para que siguiera haciendo lo mismo, en lugar de ocuparse de que las cercanías de Madrid y Barcelona funcionen y que el AVE Galicia-Madrid no se estrene con averías y dos horas de retraso.
En esta historia de irresponsabilidades no sólo se desacredita la imagen de España y de sus instituciones sino que se mezcla en la misma coctelera al Estado, al Gobierno, al partido y a la familia. La del presidente, por supuesto.
Ni cuando mandatarios extranjeros han insultado gravemente a España y a su Rey se han tomado medidas como la de retirar al embajador de nuestro país. Ni cuando dirigentes políticos con cargo en el Gobierno han insultado gravemente a jueces, políticos, periodistas y familiares de algunos de éstos, ninguno de esos políticos se ha rasgado las vestiduras, salvo en el caso de que los insultados fueran los suyos.
Es una grave irresponsabilidad planificar estas actividades –no dudo de que son buscadas y planificadas– cuando, además las instituciones son débiles porque están sometidas a un proceso de desgaste permanente, incluso desde el poder. Es irresponsable someter a la Justicia a un proceso de desnaturalización y descrédito por la incapacidad de los dos grandes partidos -o por el interés de ambos en controlar el Poder Judicial sin resquicios- de renovar el Poder Judicial, garantizar la independencia de la Fiscalía o la autonomía real del Tribunal Constitucional.
Es irresponsable que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, que tienen los votos de dos tercios de la ciudadanía sean incapaces de negociar y acordar los asuntos fundamentales y que el Gobierno esté sometido al imperio de grupos minoritarios, cuyos intereses son los privilegios de casta, la independencia de España y el final de la Constitución del 78, con la abolición de la Monarquía.
Es irresponsable la falta de ética y transparencia en la mayor parte de los comportamientos políticos, con políticos que se niegan a responder las preguntas de los periodistas, exigen el control de los medios de comunicación públicos y privados y de lo que éstos publican, mientras rechazan cualquier control de sus actuaciones. Son irresponsables porque no les pasa nada digan lo que digan, hagan lo que hagan o mientan sin reparos, porque son aforados o porque disfrutan de un cargo público, tienen prebendas importantes cuando dejan sus cargos o cuando se jubilan, se benefician de las puertas giratorias, acceden a cargos en empresas públicas o privadas con salarios de lujo y sin necesidad de tener ningún conocimiento que acredite su capacidad para ellos y ni siquiera responden por su mala gestión –como en Correos–sino que, siempre que se mantengan en la lealtad al jefe, son premiados con otros cargos.
Son ellos, políticos de doble moral o sin ella, los que están haciendo crecer los extremismos, los populismos de uno y otro signo, los indignados, los antisistema y los hastiados. Irresponsables “cum laude” y con un seguro de vida.