Lenguaje pervertido

El Derecho, el Periodismo y la Política se mueven, como tantos otros campos, en el proceloso mar del lenguaje. El jurídico, aspira a ser tan técnico y preciso en lo social como un bisturí en la cirugía. El periodístico, con la intención de ser entendido por su público. Y el político, con la única pretensión de obtener el voto. De ahí que a un jurista sostenga que ser “objeto de investigación” no es lo mismo que ser investigado. Que a un periodista no diferencie entre “cátedra extraordinaria” y una cátedra. Y que a un gobernante u opositor le importe un pimiento la precisión con tal de que responda a sus intereses.


La mujer del presidente, en el clásico papel de “la mujer de César”, abandonó su empleo en una empresa de marketing para parecer honrada. Cuando digo parecer no quiero decir que no lo fuese, sino que también quería parecerlo. Pero suena mal. Después entró a codirigir el “Máster Propio en Transformación Social” de la Complutense. No es un máster oficial sino un “título propio”, dentro de una “cátedra extraordinaria” que pagan unas empresas mediante un acuerdo con la Complutense. Así que en realidad ni es un auténtico máster ni una auténtica cátedra. Está dirigido por un profesor titular, no un catedrático, y Begoña Gómez es codirectora porque un título propio no puede ser dirigido por una persona que no sea profesora de universidad. Y Gómez no lo es. Ya, todo esto son precisiones técnicas que quizá aburran. Como cuando te explican que la condición de investigada sustituyó a la de imputada. Y que se puede ser objeto de investigación sin tener la condición de investigada. O que investigada y denunciada es lo mismo, o no, o que procesada, encausada o acusada son conceptos distintos. Lo malo es que también suenan mal.


Perdón por recuperar este viejo tema pero ¿se acuerdan del eslogan “no es abuso, es violación”? En términos jurídicos existían el abuso y la agresión sexual y la violación estaba recogida en ambos en forma de “reo de violación”. Lo malo es que “abuso” suena socialmente mucho más leve que violación. Y ni la sociedad ni la política estaban para matices de palabrería jurídica. Así que se montó el follón de la “ley del solo sí”, expresión que usan los políticos y usamos los periodistas.


Por hablar de cuestiones algo menos graves, la alcaldesa de A Coruña se cuida muy mucho de tener un conflicto con el Deportivo. Lo tiene con la “propiedad del Deportivo”. Es como separar la alcaldía de la persona que ocupa la alcaldía. De hecho, usar “propiedad del Deportivo” es una forma de no pronunciar Abanca, igual que si decimos “propiedad de Abanca” no mencionamos a Escotet. Claro que, en sentido contrario, alguien podría decir que Escotet es el Deportivo. Albares cree que Begoña Gómez es España.


El lenguaje, un impenitente pervertido. Lo sé. Lo pervertimos nosotros. Y por mucho que juristas y periodistas éticos intenten (voy a decir intentemos) ser precisos en su manejo y que las academias de la lengua pretendan ser ajenas a las presiones del activismo, tarde o temprano las palabras se retuercen con intenciones perversas. Ya sea “imputada” o “investigada” o cualquier otro vocablo o frase. Por ejemplo: si alguien muy indignado desmiente ante la prensa que usted sea un pederasta (sin que nadie le haya acusado jamás), habrá acabado con su imagen pública, incluso familiar. 


De todas formas, ¿para qué se mete de codirectora en un título propio, Begoña Gómez, para qué se reúne con empresas, para qué codirige una Cátedra pagada por Reale Seguros y la Fundación La Caixa con una dotación de 126.000 euros? Si se hubiera dedicado solo a dar clase… claro, sería un desperdicio de relaciones, ¿no? Y mientras hablamos de esto, los trenes, por decir algo, siguen llegando tarde.
 

Lenguaje pervertido

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