Las licencias de obras

En la construcción de vivienda, principal problema que percibe la sociedad, tienen un papel relevante los concellos que parten con la debilidad “estructural” de la tardanza en la concesión de licencias de obras, lo que causa enormes perjuicios que afectan a los particulares, a las empresas, a la economía de las ciudades y pueblos y a la sociedad en general.


Hay casos sangrantes. Como el de los vecinos de un barrio compostelano que recibieron la licencia para instalar un ascensor once meses después de pedirla. O el retraso de los permisos para colocar un andamio o un contenedor en la vía pública en casi todas las ciudades que desespera a clientes y empresas y consigue que constructores de esas ciudades renuncien a realizar las obras.


O el caso paradigmático de un vecino de la periferia de Compostela al que la Xunta concedió una subvención y un plazo para restaurar un hórreo. El ciudadano no pudo acometer esa obra porque la licencia municipal le llegó cuando la subvención del Gobierno gallego había vencido.


La falta de un sistema eficiente y ágil de tramitación de licencias es proverbial en la inmensa mayoría de los concellos que acumulan retrasos inconcebibles debidos a la negligencia funcionarial que deja dormir los proyectos en los cajones, en unos casos, y a una burocracia paralizante en otros –el clásico ¡vuelva usted mañana! de Larra– con exceso de regulaciones, de trámites y procesos engorrosos que dificultan la eficiencia y la efectividad de este servicio público. Dicho en lenguaje coloquial, ganas de marear la perdiz.


En cuanto a las empresas, los retrasos en las licencias llevan a un encarecimiento de los costes de los proyectos en materiales y mano de obra e incluso a que los proyectos retrasados pierdan su relevancia, su necesidad original o su viabilidad económica para el emprendedor.


Aparte otras consideraciones, las demoras en la concesión de licencias de obras afecta negativamente a la economía local paralizando la construcción que genera empleo y promueve el crecimiento económico. Cuando los proyectos se retrasan se pierden puestos de trabajo y la reactivación económica de otros sectores, como la venta de materiales de construcción, el transporte y otros servicios.


A la hora de hablar de los servicios municipales –y de todo el entramado del Estado– es un clásico recordar aquel eslogan “Por el cambio” con el que el PSOE cautivó en 1982 a millones de españoles que le dieron la mayor cosecha de votos de la democracia. Cuando un periodista preguntó a Felipe González “en qué consiste el cambio”, el líder socialista lo explicó en cuatro palabras: “Que el país funcione”.


Pues para que funcione el país, deben funcionar los concellos que son la administración más cercana al ciudadano y una de las cuestiones importantes son las licencias de obra que dinamiza la economía y dan vida al municipio.

Las licencias de obras

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