Ya constatada la aportación del vodevil de la Puerta del Sol al proceso de infantilización de la política, uno se queda maliciando la posibilidad de que algún genio asintomático del Palacio de la Moncloa debió pensar que hacerle el juego a Ayuso, entrando al trapo de su sed de bronca con Pedro Sánchez, ayudaría a los candidatos socialistas a la Presidencia de la Comunidad y al Ayuntamiento de la capital de España.
Si de verdad en el estado mayor de Sánchez, con el ministro Bolaños a la cabeza, se pensó que remedirse a la tentación de confrontar con Ayuso era un modo de ayudar a Juan Lobato, su competidor en las elecciones del 28 de mayo, y a la exministra Maroto, candidata a la Alcaldía de Madrid, deberían reconocer que han hecho un pan de obleas.
El caso es que los dos asistieron al acto del martes pasado. Guardaron la debida compostura y desaparecieron en la polvareda del culebrón del Dos de Mayo. Una festividad que bien pudo quedarse en la exaltación madrileñista de la presidenta, compartida por unos y otros, pero que al final todo quedó reducido al impacto televisivo del veto al ministro Bolaños en la tribuna de autoridades levantada para el desfile militar.
Una lástima, porque tanto Lobato como Maroto tienen muchas cosas que decir. De hecho, las están diciendo, pero me temo que con poca visibilidad y escaso arropamiento por parte de sus propios compañeros. Es como si los máximos responsables del PSOE, incluidos los miembros del Gobierno, no creyeran en sus posibilidades.
Como eso no me parece justo, en este modesto rincón del quiosco dedicaré un turno de elogio a los esfuerzos de Lobato por dar a conocer su propuesta de gestión frente a populismo y de concordia frente a enfrentamiento. “Quiero poner de moda el respeto y los buenos modales”, le oigo decir en distancia corta, mientras se empeña en convencer a los votantes de que el estilo de Ayuso es una fuente de debates artificiales que ocultan los verdaderos problemas de los madrileños: vivienda, sanidad y capacitación profesional, entre otros.
En el caso de la candidata a la alcaldía, Reyes Maroto está más centrada en la protección de los ciudadanos frente a los riesgos medioambientales en contraposición al “negacionismo” del PP. Su apuesta por un Madrid más limpio y ecológico incluye una resuelta batalla contra los veintitantos vertederos ilegales que existen en la capital, dentro de un ambicioso plan en la gestión de los residuos. Pero el componente interesante de su discurso apela a la necesidad de conseguir que los madrileños dejen de ser rehenes de la confrontación entre el Gobierno central de Sánchez y el autonómico de Días Ayuso. Que los dioses la escuchen cuando expresa en voz alta su principal propósito de cara a las elecciones del 28 de mayo: “Vengo a cambiar la forma de hacer política en Madrid”.