De magistrados, fiscales y una ministra

Dice Rosa Montero que “las tribus ideológicas pesan mucho en este país tan sectario”. Y tiene toda la razón. Sólo que las tribus son más sectarias que los ciudadanos y hacen que el país sea sectario. No debería ser así, pero lo es. El presidente del Gobierno, varios ministros y algunos otros líderes políticos se han lanzado contra Núñez Feijóo por mantener “a hurtadillas y cruzando todos los límites”, dice Sánchez, un encuentro con una Asociación de Fiscales “conservadora”. Hay quien ha hablado de “maniobras en la oscuridad con la justicia”. No debió ser tan a hurtadillas ni en la oscuridad cuando se ha publicado lo que hablaron y quién dijo qué, con todo lujo de detalles. No sé si es muy correcto dentro del respeto a la independencia del Poder Judicial que un político se reúna con fiscales o jueces, incluso aunque sea invitado por ellos. Pero tampoco me parece que rompa las reglas institucionales. Sobre todo si pensamos que, previamente, el presidente del Gobierno ha nombrado fiscal general del Estado a una ministra de Justicia de su Gobierno y luego la ha sustituido por otro fiscal que participó en un acto del partido al que pertenece. Ese presidente dijo un día que la Fiscalía “depende del presidente del Gobierno” y se quedó tan ancho tras pisotear la independencia de la institución. Las maniobras para hacerse con el poder en el Consejo del Poder Judicial se hacen siempre en la oscuridad, con premeditación y alevosía. Y Cándido Conde Pumpido no hubiera llegado a ser presidente del Tribunal Constitucional si no contara con el respaldo, el apoyo y las bendiciones de Pedro Sánchez. Así que, para tirar la primera piedra, hay que estar libre de pecado. Y no lo están ni Sánchez ni Feijóo. El respeto por la Justicia de unos y de otros es manifiestamente mejorable.


Hablando del Constitucional, hay que felicitar a los magistrados por la enorme celeridad en resolver cuestiones que estaban pendientes desde hace años y por hacerlo en bloque: los siete miembros “progresistas” no tienen la más mínima fisura para resolver en tres meses y en una dirección lo que durante años no se hizo por los anteriores magistrados. Que nadie se queje. Si éstos no hubieran hecho dejación de funciones y hubieran resuelto los asuntos pendientes conforme a su criterio interpretativo de la Constitución, seguramente las cosas serían diferentes. Y, mientras siguen las quejas por el bloqueo del Poder Judicial por el PP, hay silencio oficial sobre el nombramiento del último magistrado del Constitucional que, curiosamente, correspondería al área “conservadora”. Es importante que Feijóo se comprometa con luz y taquígrafos a acabar con la utilización partidista de las instituciones. Es decir, que lleguen los mejores y no los más cercanos a la tribu ideológica del Gobierno de turno.


Fiscales, magistrados y, por último, una ministra. La de Justicia. Ni está ni se la espera. Tiene a los jueces, a los fiscales, a los funcionarios, a los abogados -y antes a los secretarios judiciales- en pie de guerra y ella está desaparecida. De su departamento dependen, en último término, las propuestas legislativas y no se entera de nada o no la enteran de nada. Se han suspendido cientos de miles de juicios y actuaciones judiciales y el colapso en la justicia es absoluto. Y el Ministerio de Justicia ni sabe ni contesta. Los perjudicados -por sus retribuciones, por la carga de trabajo, por la desatención- no son solo los funcionarios, los jueces y los fiscales. Son, sobre todo, los ciudadanos cuyas reclamaciones, algunas de máxima urgencia, ni siquiera se tramitan. Y los abogados a los que están arruinando. Donde la Justicia debería poner paz social sólo hay caos. Y eso tienen responsables.  

De magistrados, fiscales y una ministra

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