Mañueco en el banco de pruebas

Desde el PP se han empeñado en dar a las elecciones de Castilla y León un alcance nacional. No es seguro que sea una buena idea, pese a que todo apunta a que el candidato popular tiene todas las papeletas a su favor para continuar al frente del ejecutivo.


Está claro que desde Génova quieren ir encadenando triunfos de cara a las generales, que quizás puedan estar más cerca de lo que algunos creen. Pero por cerca que estuviesen, es más que dudoso que para entonces la memoria de probables triunfos tanto en Castilla y León como en Andalucía tengan el arrastre suficiente y mucho menos, que por sí solos puedan llevar a Pablo Casado a La Moncloa.


Desde luego, este arrastre se vería mermado si el PP se ve abocado a pactar con Vox. Y aquí viene la gran prueba de Mañueco. Si no logra sumar más que toda la izquierda se verá abocado a negociar con Abascal, a quien las encuestas auguran un número nada despreciable de procuradores.


Con 35 escaños, el PP podría estirar la cuerda y dejar en manos de VOX la responsabilidad de evitar un gobierno popular para dárselo al PSOE. Los populares están convencidos de que, en este supuesto, VOX no se atrevería a dar semejante paso. Por lo tanto, todo lo que sea no alcanzar esos 35 escaños es entrar en territorio de riesgo.


Es verdad que de los discursos a los hechos puede haber distancias siderales, pero en esta ocasión todo apunta a que el partido de Abascal no quiere ser acólito, sino protagonista y entonces será interesante ver cómo se aborda esa negociación por parte del PP.


Lo que sí es seguro es que si Vox entra en el Gobierno van a ocurrir dos cosas: la izquierda se frotará las manos y verá en este movimiento un argumento para su campaña, sin descartar que enarbolen otra vez la amenaza fascista.


Y ocurriría, también, que para Mañueco, en primer lugar, y para el PP en su conjunto, sería lo que Rajoy llamaría, un “lío”. Sería un “lío” porque como explican desde Madrid, en donde alguna experiencia de apoyo externo tienen, a Vox le gusta enarbolar banderas imposibles que, sin embargo, parecen tener un público al alza y que se aleja de la moderación tan necesaria en España.


Para Vox la moderación es equivalente a cobardía o a equidistancia y no, la moderación solo es posible desde principios firmes aceptando que el otro puede tener algo de razón. La moderación no exige renunciar a lo que uno cree, pero sí estar abierto a los demás. Por aquí va el discurso de Casado.


Castilla y León es un banco de pruebas para el PP. porque lo que se dirima a la hora de formar Gobierno sí va a marcar la diferencia. Lidiar con Vox no es fácil, como para Sánchez lidiar con Podemos. La diferencia es que en Madrid Ayuso les ha cogido el truco y ahí están, sin que hasta el momento ninguna de sus banderas imposibles se haya visto plasmada en acción del Gobierno. Como siempre hay que esperar a los resultados. Mañueco ha detectado que el paso de los días indica una cierta tendencia a la baja. “Dar por ganadas unas elecciones es la mejor manera de perderlas”, ha dicho. Y no cumplir las expectativas, diría yo, es una forma de fracaso.

Mañueco en el banco de pruebas

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