Leo que en una discoteca de Torremolinos no deja entrar a gays. “Maricones” dice el cartel que anuncia que tampoco podrá entrar gente en chanclas. Lo de la gente en chanclas es normal, lo de prohibir la entrada a homosexuales es un verdadero asco. Sorprende (o no) el silencio de la exministra del ceño fruncido y el puño en alto, la mujer grillo, siempre callada y en la sombra hasta que le ponen la hierbita en el agujero y sale a cotillear y cri-cri, a lamentarse de todo lo que le parece intolerable. Menos esta vez, el grillo parece haberse quedado dentro del refugio y cero comentarios sobre la homofobia de los marroquíes organizadores del acto en cuestión, un acto sin drogas, sin chanclas y sin gays. Leo también a otra ministra, la de los pendientes atrapasueños, echando la culpa a la socorrida ultramegaderechafascista de lo de la discomora, obviando la evidente homofobia de cierta ideología anclada en el siglo I. Por lo visto, los marroquíes llegaron a Torremolinos con una mente abierta y se contagiaron pronto de los discursos nazis con los que somos bombardeados un día sí y otro también, como el bueno de Errejón, contaminado por el ultraliberalismo que va a llegar y llevado al vicio y a la guarrerida sin poder evitarlo.
Así estamos, muertos de asombro, viendo como el desprecio a la inteligencia de los gobernados es la tónica general de la política a nivel estratosférico. El hermano del presidente no sabe dónde está su despacho, ni lo que hace en él. El discurso de cotolengo del hombre ante la jueza está a nivel del cemento armado, mueve las manos como si dirigiera una orquesta invisible mientras comenta que es el director de la oficina de las artes escénicas y su cometido es ser el director de la oficina de las artes escénicas que se encuentra en la oficina de las artes escénicas. Sublime. Puro Marxismo, del de los hermanos. Por lo visto encontró el trabajo mirando Internet. Debe de ser la primera persona en España que lo logra, enhorabuena. Es todo tan burdo que al final no sabes si te están tomando el pelo o directamente lo hacen a propósito viéndose impunes. O quizá el músico dejó todo su talento en la música y olvidó ejercitar el lóbulo prefrontal.
Y mientras tanto se quema Hollywood. Han desalojado a David Lynch de su casa. Lynch es el único cineasta que ha entendido perfectamente que el delirio de la sociedad actual no se puede reflejar en el arte mediante el realismo. Hace falta ir más allá, superar el surrealismo con el suprasurrealismo realista o algo así. Algo que se nos escape del entendimiento, como nos pasa cuando la jefa de bomberos de L.A. afirma que si un hombre está en el medio de un incendio, él se lo ha buscado. Ni Lynch se atrevió a tanto en Mulholland Drive.