Hace años, cuando le conocí, creí que Pedro Sánchez era el dirigente que necesitaba el PSOE para afrontar los retos del nuevo siglo. Seguramente fui incapaz de ver más allá de las aparentes virtudes, que las tiene, de aquel joven ambicioso.
Me sorprende la arrogancia y soberbia de la que va dejando huella. Su desprecio a quienes no piensan como él y se atreven a criticarle como Felipe González y Alfonso Guerra que han alzado la voz de alerta ante lo que este Gobierno quiere hacer con la concesión de una amnistía a Carles Puigdemont.
Las palabras que ha dirigido a Felipe González diciendo que no representa a nadie y que la militancia del PSOE pasa de él. En mi opinión, Sánchez se equivoca porque somos muchos los ciudadanos que pensamos como González y Guerra y que nos preocupa que esté dispuesto a pagar un precio oneroso a Carles Puigdemont con tal de seguir siendo presidente.
Hay quienes opinan que lo mejor que podría pasar es que Pedro Sánchez, una vez pase la previsible sesión fallida de investidura de Nuñez Feijóo, se planteara convocar elecciones generales ya que ni el PSOE ni el PP están en condiciones de ofrecer estabilidad al país, en vista del resultado de las elecciones del 23 de julio. Pero él mismo ha dicho que eso no va a suceder. Pedro Sánchez no es de los que dan un paso atrás y eso, en ocasiones, puede ser una virtud y en otras un error.
Sinceramente resulta humillante para el propio Sánchez, pero también para nuestro país, verle mendigar los votos de un personaje como Carles Puigdemont pagando además un precio inasumible como es la amnistía.
Dada su personalidad, en Pedro Sánchez no cabe otra opción que no sea gobernar y por tanto no correr el riesgo de jugarse el futuro en las urnas. Pero además dudo de que sus colaboradores más cercanos le aconsejen otra opción.
Y es que es habitual, aunque siempre haya excepciones, que quienes aconsejan a los poderosos ya sea en política o en cualquier otra actividad, no piensan tanto en los intereses del país ni tampoco de su jefe, sino en los suyos propios.
Diré más, creo que Pedro Sánchez lleva años rodeado de gente que le susurran lo que creen que quiere oír, que seguramente es lo que quiere oír.
Lo que sí debería de saber el Presidente es que en la calle los ciudadanos hablan del asunto y que a buena parte les escandaliza verle como rehén de Carles Puigdemont, pero sobre todo que se pueda amnistiar a quienes intentaron perpetrar un golpe contra la Constitución, además con fondos públicos. Si lo hace, si acepta ese chantaje, si apuesta por el todo vale por el poder, sin duda será Presidente pero perderá más de lo que va a ganar. De eso se dará cuenta en el futuro y si no al tiempo....
Que no se equivoque y le equivoquen quienes le dicen que la criticas y el malestar es solo entre los “dinosaurios” de su partido y en las filas de la derecha. Le engañan o se engaña si se lo cree. Y se engañará si cree que el asunto Puigdemont y de la amnistía es cosa de las elites y no forma parte del paquete de las preocupaciones de los ciudadanos y que el asunto no está en la conversación pública.
Ahora, desde el PSOE oficial y en el entorno presidencial atacan sin piedad a Felipe González y a todos los ex altos cargos que se han atrevido a cuestionar la decisión de Pedro Sánchez de sacar adelante una amnistía que favorezca a Puigdemont y los suyos para así contar con sus votos y gobernar.