Hay actitudes y actuaciones que por ser habituales y consideradas como “normales” por una parte de la población, no pueden dejar de criticarse y perseguirse, como consecuencia de constituir prácticas irregulares y fraudulentas. Es el caso de los contrabandistas de combustible subvencionado, para el transporte de mercancías, la agricultura o la pesca.
En algunos puertos de la Ría de Arousa, se ha descubierto a un número importante de propietarios de embarcaciones que utilizaban cientos de litros de gasolina, subvencionada, para desviarla para el consumo de sus vehículos particulares. ¿Por qué somos tan avariciosos?. ¿Por qué tenemos tan poco respeto por lo público y por el Estado?. ¿No somos conscientes de que robar al Estado es lo que mismo que robar a todos los ciudadanos?
En el mundo de la pesca son conscientes de los millones de euros que reciben, cada año, del Estado y del resto de las administraciones públicas. Millones para el desguace de las embarcaciones; subvenciones para el carburante de los buques pesqueros; subvenciones para la seguridad social; subvenciones a fondo perdido; ayudas millonarias para la construcción de nuevas embarcaciones, etc. . Muchos creen que es un sector privilegiado y a pesar de todo casi siempre a primado la avaricia y la picaresca, como algo habitual, en una gran cantidad de casos.
¿Quién no recuerda el hundimiento de algunos pesqueros, con cierta antigüedad, para poder cobrar del seguro?. Y las mafias, con el beneplácito de las autoridades internacionales, para la obtención de licencias de pesca en aguas de terceros países. También la falta de ayuda humanitaria, en algunos casos, mirando para otro lado, cuando algún buque se encuentra en alta mar, con pateras, cayucos o medianas embarcaciones, cargadas de inmigrantes indefensos, vulnerando así el Derecho Internacional.
Lo peor de todo es que muchos miembros, asociaciones y organizaciones del propio sector lo saben pero el silencio continúa siendo la mejor complicidad.