Dicen las estadísticas y comentan los expertos que cada vez hay más desigualdad social en los países occidentales y va en aumento. Es decir gente muy rica y otras muy pobres. Algo paradójico si tenemos en cuenta de que cada vez crece la calidad de vida y el estado de bienestar, en los países denominados democráticos.
A estas alturas podríamos afirmar que la cuestión está en la manera de gobernar en cada uno de los países. Si hay la valentía política suficiente y necesaria para aminorar la bolsa de desigualdad a través de políticas sociales inclusivas y de políticas activas de empleo se podría disminuir la exclusión social y la vulnerabilidad de muchas familias, caminado hacia la Justicia Social.
Es necesario y positivo que suba la Bolsa, que se incrementen los beneficios empresariales, que aumente el número de millonarios pero también es de justicia que crezca el empleo de calidad, que se avance hacia el pleno empleo, que continúe creciendo la cobertura universal de los servicios básicos para todas las personas: educación, sanidad, empleo, vivienda, ocio, cultura…
Un gobierno no puede dejar todo en manos del liberalismo económico más radical, tiene la obligación de intervenir y actuar decididamente para defender lo público y a sus ciudadanos más vulnerables. Que nadie se quede atrás, por culpa de la falta de recursos. Para eso está la Política, con mayúsculas.