Muchos veníamos pensando que, a nivel nacional, ya lo habíamos visto todo. Con la llegada legítima del sanchismo hemos visto un Gobierno de coalición en constante disputa interna pero que aguant. Hemos visto cómo Lastra firmaba con Bildu la reforma laboral que no se ha producido. Hemos visto cómo se inventan la llamada alerta antifascista porque les parecía obvio que Madrid era un nido de fascistas. Hemos visto cómo el gobierno se echaba en brazos de ERC con el compromiso de una mesa que no se ha reunido. Hemos visto ceses fulminantes de los más fieles. Hemos visto absurdas campañas hasta de los juguetes que debemos comprar. Hemos visto cómo no se resolvía de manera súbita la insostenible situación de los camioneros porque, claro, estaban alentados por VOX, mientras UGT y CCOO son incapaces de cumplir con su papel. Hemos visto cómo se obvian los debates sobre el estado de la Nació. Hemos visto cómo mala gestión. No. Cuando no era la pandemia, ha sido Filomena, luego el volcán de La Palma y ahora, Putin. Y aunque hay que reconocer que todos estos acontecimientos traen consigo enormes dificultades, no son, ni de lejos, las únicas causas. Porque la extrema torpeza e irresponsabilidad con la que el Ejecutivo ha abordado la crisis de los camioneros y de todos los demás sectores que se sienten asfixiados, con gira europea incluida, raya lo insoportable.
A nivel nacional no lo habíamos visto todo. Tuvimos que enterarnos por, nada menos que Mohamed VI, que el presidente del Gobierno, a solas consigo mismo, copiando literalmente adjetivos utilizados por Trump, dice fiarse de un jefe de Estado absolutamente sátrapa. El paso dado por el presidente, no tiene precedentes.
Se olvida el presidente que la democracia exige de una liturgia que la proteja. No cuidar esta liturgia es dañar al sistema que nos hemos dado. Se ha bastado consigo mismo y el gobierno de Rabat para tomar una decisión en la que no se ha explicitado por parte de Marruecos compromiso alguno. No hay documento conjunto, solo una carta en la que se ha tenido buen cuidado de no citar a Ceuta y Melilla. Hay que reconocer que los saharauis importan poco a España y al conjunto de Europa y desde luego a la ONU.
El próximo miércoles y dentro de un extenso orden del día, Sanchez nos contará algo de este acuerdo, aún no rubricado oficialmente por Marruecos, demostrando una vez más cómo utiliza los tiempos como burladero. Para ir haciendo boca ha comparecido el ministro Albares que ha superado estos días como buenamente ha podido. En esta próxima sesión del Congreso, pobre del que hable mucho porque o bien es de ultraderecha o le hace el juego a Abascal... como lo de los transportistas.
A veces da la impresión de que el presidente y quienes le acompañan saben engañarse sí mismos con mucha naturalidad, que es la misma naturalidad con la que parecen ignorar que cada vez engañan a menos.
Hay que seguir atentos porque aún nos queda mucho, muchísimo por ver. Mi pregunta es ¿qué más, presidente?