Un PSOE con las barbas en remojo

El mayor espectáculo de la noche electoral andaluza fue protagonizado por los voceros mediáticos de brazo de madera y tuertos del derecho haciendo visajes, agarrándose a clavos al rojo vivo y viendo por donde podían no decir lo que ponían los números, decían los votos y proclamaban los escaños. La izquierda sanchista y sus adláteres de variados pelajes e igual y extrema entraña estaban siendo reducidos a escombros en lo que habían sido durante décadas inexpugnables castillos. No resistió ni Dos Hermanas. Un hecatombe de tal calibre que no se les ocurría otra cosa que decir que se alegraban de lo de Vox, embridado por el PP y teniendo que tragarse su fanfarronería sobrada y amenazante. Mentían, claro, nada les hubiera endulzado más que el triunfante PP hubiera tenido que depender de los de Abascal para así poder seguir con su raca-raca. Alguna ya muy desquiciada acabó por decir que la derrotada de la noche era Ayuso, porque ella no había conseguido mayoría absoluta. Que es cierto que no, cosas de la ley D,Hont pero que tuvo en Madrid incluso un mayor porcentaje que Moreno (45%-43%) Y fue exactamente igual de letal para Ciudadanos y de secante para los voxeros.


Por ocultar lo que era un estruendo volcánico y un corrimiento de tierras telúrico, se decían las mas ridículas tonterías para intentar que no se notara lo que todos, por mucho tertuliano adicto al régimen barbotando sandeces que se agolpe por la teles, tienen más que claro. Las elecciones andaluzas amen de un vencedor, que lo tienen y de altura, pues ayer el líder popular andaluz dio toda una lección en la victoria, con su tranquilidad y un ejercicio de humildad que dio aún más lustre y prestigio a su abrumadora victoria, tienen entre los cuatro perdedores uno que se guardó de dar la cara pero es el peor parado, Pedro Sánchez.


Es don Sánchez quien se ha llevado el trastazo aunque haya sido en el culo de Espadas y a quien se espera con ansia para podérselo dar en cuanto toque. La muerte anunciada de Ciudadanos, el suicido de los gazpachos y pipirranas de los “Izquierdosos descarriados” y el descarrile del “olonazo” tenían su aquel, pero la hecatombe socialista perdiendo, si la hubieran puesto, hasta en la urna de la Casa del Pueblo ha sido, y esta vez de verdad y sin precedentes en democracia, histórica. Casi 20 puntos de diferencia, a punto de ser doblados en escaños (58-30) y por debajo del listón del millón de votos es algo que no contemplaban ni en sus peores pesadillas. Pues ahí lo tienen. Y eso, por más que hurte el cuerpo el susodicho es cosa de Sánchez. Ellos recogen y temen con mucha razón seguir recogiendo en sus territorios lo que él ha sembrado. Se enfadan si se lo dicen, pero saben que es muy cierto.


Como saben por pueblos y comunidades autónomas que ahora les toca a sus barbas. Porque van a pagar ellos antes que el que duerme en la Moncloa. Que las tienen en remojo y gracias si no se las arrancan de cuajo. Ese el miedo que desde el domingo recorre los enclaves bajo dominio socialista y hace que sus alcaides, gobernadores y adelantados estén en una zozobra de no saber si salir corriendo, que alguno puede dar la espantada, o aguantar en las almenas. Porque esto no es una olita, es un tsunami.

Un PSOE con las barbas en remojo

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