Hemos entrado de lleno en la campaña para las elecciones del 23-J y las promesas en materia económica de los distintos partidos van tomando cuerpo. Como siempre empleo, impuestos y ayudas se llevan la palma y las apuestas van subiendo según se van pronunciando. Desde el pleno empleo de Sánchez a la rebaja radical del IRPF o el IVA de Vox pasando por la gratuidad del transporte para jóvenes o la herencia universal de Sumar. Eso sí, aún ninguno nos ha dicho con claridad de dónde van a sacar el dinero para sufragar tanta promesa de gasto. No es creíble que apenas con rebajar ministerios o cerrar “chiringuitos” se resuelva el elevadísimo coste que supondría cumplir lo prometido. O el otro gran mantra de que subiendo más los impuestos a los ricos se soluciona, como si los ricos no fueran a tomar decisiones para evitar un mayor expolio de sus ingresos o patrimonio.
Ya sabemos por experiencia que es muy difícil por no decir imposible que este tipo de promesas se cumpla, pero no está de más recordar que el año próximo volverán a estar vigentes en la Unión Europea las reglas fiscales y que habrá que hacer un ajuste, que ya muchos economistas calculan en unos 15.000 millones de euros. El problema es que entre las pensiones, el coste de la deuda y la nómina de funcionarios y empleados públicos más del 60% del presupuesto está ya vendido. Así que la única realidad es que habría que recortar, pero de forma seria y contundente todo el gasto improductivo que cada año se va por el sumidero. Claro, que para ello hay que desplegar mucha voluntad y mucho trabajo. Coger el presupuesto y limar partida a partida no es tarea fácil, pero sí es la única forma de que alguna de las promesas se puedan cumplir.
No sabremos hasta el 23 de julio quién gobernará este país, pero sí podemos asegurar que difícilmente los que lo han dirigido y llevado a la ruina serán capaces de enderezarlo. Para el que llegue, si es el centro derecha, la tarea será titánica, ya que está lo que conocemos y lo que no conocemos como el destino de los miles de millones de los fondos europeos recibidos o las hipotecas futuras en las que Sánchez habrá incurrido. Las minas que ha sembrado el Gobierno son numerosas y el gasto a recortar millonario. Como demostró el profesor Barea en su momento, se puede hacer si hay voluntad. Podría ser una guía, aunque es sólo un consejo. Doctores tiene la iglesia.