Rosa Guisán, en Arga

La galería Arga ofrece una muestra retrospectiva de Rosa Guisán (A Coruña, 1944), que va desde 1994 a 2024 y lleva el título de TR@ZOS (Trazos y trozos de vida), en la que hace un recorrido por sus evocadoras y poéticas ensoñaciones, ese “mar de sueños” ( como había titulado su exposición de 2017) que caracteriza toda su creación y que ella construye, a menudo, como un envolvente y caleidoscópico puzzle, donde el ser humano y especialmente su principal protagonista que es la figura femenina aparece rodeada por criaturas varias, por aves, ramajes y ondas marinas.

 

Configura, así, un móvil paraíso de formas en constante e imparable agitación en el que recoge el flujo de la vida con ojos asombrados y lo colorea de vivas y contrastadas tonalidades donde los colores cálidos: rojos, rosados, tierras, amarillos... encuentran su contrapunto en los azules del agua y en los verdes de la fronda. 

 

De este modo consigue transmitir la vitalidad inherente a la existencia y nos hace partícipes del extraordinario milagro que nos rodea. Sus composiciones adoptan la manera de ondulantes espacios por donde flotan aves, flores, peces, caracolas, algas, nenúfares, estrellas de mar... que rodean rostros humanos, estableciendo, de este modo, vasos comunicantes con el ser humano y transmitiéndonos la impronta de ese imparable y heraclitiano río en cuyas aguas viajamos. Los cuadros “Frente al océano” y “Mirando al mar interior” sitúan a su protagonista: la mujer enfrentada con dos vastedades: la exterior y la interior. El gran cuadro “A filla do barqueiro” es todo un símbolo de la condición humana, en él representa a una robusta joven sentada en una barca que agita un pañuelo con la mano derecha como despidiéndose y hunde sus pies en las verde-azuladas ondas, entre las que nadan peces. De la interacción que existe entre todas las criaturas habla el cuadro “Enredos” de factura casi abstracta, lo mismo que “Mágico vals”, cuyas líneas perfiladoras que encierran espirales y formas bulbosas, configuran un ritmo vivo y abierto a todos los ámbitos.

 

Un hermoso ejemplo de ese caleidoscopio  que nos va envolviendo a lo largo de la vida es el cuadro “Recuerdos y añoranzas” que constituye en hervidero de formas vibrantes y evocadoras amontonadas como esparcidos pétalos, entre los que asoma algún atrapado rostro. En otra línea, más sosegada, están los cuadros “La esperanza” y “Volver a empezar” que representan dulces rostros femeninos de aire ensimismado. Una cierta melancolía emana de la obra “Cuando se apaguen las velas”, donde una esquinada pareja, acompañada de gato, contempla un candelabro con cuatro velas encendidas.

 

“Más frágil que el cristal. Retrato de Dora Maar” hace un retrato de esta compañera de Picasso, para dejar constancia de la endeble factura del amor. Con un lenguaje sui generis y rompedor de cánones, que, a veces, recuerda vitrales y donde los grafismos curvos tienen un importante papel, R. Guisán pinta evocadoras alegorías que siempre mueven emociones.

Rosa Guisán, en Arga

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