En su informe al juez que investiga la trama criminal crecida a los pies del presidente del Gobierno (Ábalos y Koldo vienen del corazón del sanchismo), la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada no aprecia los indicios de financiación ilegal del PSOE sugeridos en una información de Prensa. Mala noticia para el PP, tan inclinado a disparar con balas de fogueo.
Sin embargo, al igual que la Guardia Civil, la F.A. clavetea la fundada sospecha de que el ex ministro de Transportes y fontanero mayor del PSOE, José Luis Ábalos, fue una “pieza clave” de la trama. Sostiene que sin ese “nexo corruptor” la trama no hubiera existido.
En todo caso, la novedad que aporta el informe es que se reclama una “exposición razonada” del juez ante el Tribunal Supremo para que el aforado Ábalos pueda ser imputado judicialmente porque sobre su figura planea la sombra negra del cohecho, el tráfico de influencias y la pertenencia a organización criminal.
Por otra parte, la pieza del fiscal Luis Pastor, también es un paso más hacia el gran efecto colateral que el caso podría tener en el terreno político. Algo más que un sainete con Jéssica “la bien pagá” y Koldo el “chiquitín” en los papeles estelares. Me refiero al eventual destronamiento del presidente del Gobierno, que aparece junto a Ábalos como fundadores de un proyecto político forjado a partir de la campaña “por la decencia”. La que tumbó a Rajoy en la primavera de 2018. Luego vino lo que vino, que el número dos del proyecto abrió por dentro las puertas del Gobierno de Sánchez a una trama indecente y todo empezó a tambalearse.
El supuesto político que sugiero pasa por una higiénica convocatoria anticipada de elecciones generales o, en su caso, la presentación de una moción de censura, con Feijóo de candidato alternativo. A lo primero responden las consignas enlatadas en Moncloa que hay “Gobierno para rato” con la balada de los mil días de fondo musical. Y a lo segundo, responde el aspirante, como jefe de la oposición, que “no, por ahora” porque “no dan los números”.
Ahí estamos. En el lado oscuro, donde todavía quedan demasiados rincones sin explorar, Sánchez y Ábalos se miran de reojo. Dos hombres y un destino. Y ninguno de los dos tiene madera de mártir. Ábalos no quiere caer solo. Amenaza con defenderse por todos los medios contra la “arbitrariedad” de sus antiguos compañeros. La cuenta atrás para Ábalos en lo judicial puede que sea la misma que la de Sánchez en lo político. Sin olvidar que el futuro inmediato de dos viejos amigos está en manos del gran corruptor de la trama, Víctor de Aldama, que es un pozo sin fondo de información y tampoco tiene madera de mártir.