El Sergas –Servicio Gallego de Salud– nos ofrece cada desagradables sorpresas.. Con el pretexto del COVD parecía justificarse todo. Luego en el Parlamento la oposición le sacó los colores al gobierno de Feijóo con datos y cifras que no admiten discusión. Y la Sanidad es, de siempre, una de las paganas. Salvemos a los profesionales – sanitarios y funcionarios en su administración – que son los que tienen que escuchar las numerosas quejas que, al parecer, no llegan a los máximos responsables que son, a la vez, los mejor pagados.
Cualquier petición, confirmación o anulación, pasa por un servicio externo que, según fuentes que conocen el asunto, cuesta una pastizarra. La primera pregunta que llega a este balcón es sencilla de responder ¿Quién decidió el sistema y si hubo un concurso y si económicamente vale la pena. Desde luego para el penitente que, por ejemplo tiene que ir a un centro de especialidades, es como hacer una visita al túnel de la bruja en las ferias y si no vas con un plano puedes “gastar” un buen rato.
Cada día o noso presidente nos cuenta el cuento de la buena pipa que como todo el mundo sabe no es cuento ni nada. Y el asunto viene de lejos: desde un pediatra para un pueblo de Ourense hasta cubrir las bajas en hospitales públicos. ¿Solución? Llamar a médicos que no tienen aún el MIR. Vale como medicina de choque pero si funciona podían ampliarlo con los Conselleiros. Por lo menos sería más barato.
Y es que precisamente en asuntos como el de la salud es donde se agranda más la brecha entre los ciudadanos “con posibles” y otros que tienen imposible cenar y comprar las medicinas.
Y lo más curioso de todo es que el éxito de la lucha contra el virus –dejando atrás viejos asuntos como el de las residencias, que merecen un capítulo aparte– se lo apuntan los políticos cuando en Galicia generalmente la ciudadanía se portó de nota. ¿Ya y las fiestas nocturnas, dirá usted? La respuesta es rápida y fácil : con virus y sin virus no se puede gritar en la calle –además es mala educación– a las tantas como todo el mundo sabe, y muchos lo sufren, que es una batalla perdida en esa guerra de noctámbulos contra conciudadanos que madrugan.
Este, de la vigilancia nocturna, es otro servicio mal servido. Pero es otra historia.