El silencio de los corderos

Al fin lo han pillado. El asesino de Elisa Abruñedo ya está en la cárcel. Diez años de investigación minuciosa y los avances sobre investigación genética han conseguido dar con él. La Guardia Civil, los miembros que también resolvieron los casos de Asunta y Diana Quer, gracias a un trabajo impecable cercó al personaje (por llamarle algo) por sus características físicas y su coche, un Citröen ZX de color verde que un testigo vio el día del crimen. Roger Serafín (de ángel tiene poco) Rodríguez Vázquez mantiene su Facebook abierto en donde muestra su granja y sus animales, conejitos, corderitos, unos caballos espectaculares y premiados y unos tomates de huerta que huelen a kilómetros. Es cazador y pescador, como mucha gente de campo.


Es curioso como se camufla el mal detrás de la máscara. Roger sale en las fotos montando su yegua, acompañado de no sé si de familiares o amigos que le hacen fotos, que no sospechan nada, mirando sus conejos, preocupándose por si el lobo mata a su ganado. El lobo eres tú, Roger. Aunque llamarte lobo es insultar a esos animales bellos que siempre han tenido ese mal fario en toda Europa, acusados de matar Caperucitas y disfrazarse de abuelas cuando lo que hacen es buscar comida. No, Roger Serafín, no eres un lobo, eres un psicópata sexual, un ser de la peor calaña que una mujer se pueda encontrar en su camino en el bosque.


A Roger lo pillaron por su coche -una rareza- y por ser pelirrojo con ojos oscuros, otra rareza. Los pelirrojos suelen tener pecas, ojos verdes y también mal fario, como los lobos, pues decían que al llevar esas melenas en llamas eran hijos del diablo. Un pelirrojo con ojos castaños es una búsqueda genética acotada. No es la primera vez que cogen a un depredador sexual y asesino por su ADN: el caso de Eva Blanco, una adolescente de Algete dotada con esa belleza limpia que ilumina llevó por la calle de la amargura a la Benemérita por culpa de una jueza que se negó una y otra vez a autorizar las pruebas genéticas. Había gente culpando a grupos neonazis, otros diciendo que había mantenido relaciones consentidas y luego apuñalada por desamor. La cruda realidad fue que se encontró, camino de casa,  con un depredador sexual, Ahmed Chelh, que huyó con su familia dos años después del crimen y se instaló en Francia, intentando evadirse de su destino maltratando a su mujer que acudía a las monjas a pedir ayuda. Es curioso, fueron las muestras entregadas por su hermano las que lo pusieron en el punto de mira. Siempre me pregunto si su hermano sospecharía algo y por eso fue a entregar la muestra. Ahmed, Un psicópata sexual que en el juicio afirmó que fue obligado a eyacular sobre el cuerpo por dos individuos. Los psicópatas mienten sin despeinarse, no tienen el mayor problema en fabular la mayor insensatez para salir del paso y no reconocer sus fechorías. Ahmed, pillado también gracias a su ADN, se suicidó en la cárcel.


Roger Serafín mató a Elisa después de violarla para que no desvelase su identidad. El Chicle, después de violar a su cuñada y ver que podría haberle salido caro, decidió hacer lo mismo. Pero Roger no contaba ni con la Guardia Civil ni con el laboratorio santiagués Luis Concheiro. Al fin han dejado de balar los corderos para la familia de Elisa Abruñedo. Ojalá dejen de balar también para las familias de esas víctimas sin castigo que esperan con ansia o desesperación que se haga justicia.

 

 

 

El silencio de los corderos

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