La parte socialista de esto que, a día de hoy, se llama gobierno de coalición, al entregar al ministerio de Igualdad asuntos extremadamente delicados como es la ley del sí es sí y, desde luego, la ley trans, se ha entregado, como estamos viendo, en lo que podríamos calificar como temeridad legislativa.
Elaborar un proyecto de ley es una tarea compleja que hay que abordar como si de un encaje de bolillos se tratara. Un punto y aparte, una coma en cualquier artículo de cualquier código, y de manera especial en el Código Penal, puede modificar el sentido de lo que se pretende regular. A la vista está que tanto la ley del sí es sí como la ley trans carecen de ese rigor para que luego no sirvan eso que se ha dado en llamar efectos indeseados.
Irene Montero se afanó, tanto desde la ignorancia como desde la soberbia, en afirmar que la ley del sí es sí no iba a provocar ni una sola rebaja de penas y ya van más de quinientas rebajas y casi cincuenta excarcelados. Hubo advertencias de que esto podía ocurrir pero Pedro Sánchez dijo, Irene, adelante. Y la ministra cabalgó sin freno.
Ahora se ha aprobado la ley trans que afecta, de manera especial, a menores de edad. Para elaborar este texto no se ha escuchado ni a un solo experto, ni a un solo endocrino, ni a un solo sicologo o siquiatra... y el tema hubiera requerido de un debate serio, desapasionado y escuchando a todos aquellos que sabiendo de que hablan están al margen de posiciones ideológicas o sectarias.
La experiencia de otros países nos indica que esta ley tiene también sus efectos indeseados que, naturalmente, el llamado gobierno de coalición ha desoído de manera absoluta. Las personas trans, cuyos derechos hay que proteger y defender, dudo que con esta ley se sientan más seguras. Lo que sí tengo claro, después de haber escuchado a unos cuantos expertos, es que la ley trans lo que hace es banalizar algo muy serio y que para muchas personas y familias ha supuesto y supone un enorme sufrimiento. Ahora, si te levantas y te sientes mujer llamándote Manolo, asunto zanjado. Ya eres mujer. No es una cuestión baladí que afecta, por supuesto, a las mujeres y que puede tener serias consecuencias estadísticas. Nada de esto y otros muchos aspectos denunciados por las feministas de toda la vida, se ha tenido en cuenta. La frivolidad, la temeridad, no puede ser mayor. Las personas trans se merecen algo mejor.
Dicho todo esto habrá que reconocer que Irene Montero ha sabido rentabilizar los poderes que le entregó el Presidente del Gobierno. Tanto que ha llevado al PSOE, de la mano de su secretario general, a territorios a los que quizás -no estoy segura- no hubiera ido sí para este ministerio hubiera elegido otro perfil o bien hubiera parado los pies a tiempo de un socio que bajo el mando a distancia de Pablo Iglesias no va a dar a los socialistas ninguna alegría electoral.
Pero lo hecho, hecho está y de esta temeridad legislativa tendrán que rendir cuentas ante los ciudadanos. Lo más probable es que unos y otros, ya en tiempo electoral, caigan también en la temeridad política.