Tres cabreos monumentales

En estos días escucho en las terrazas de Madrid menciones a Pedro Sánchez, y a parte de su familia, que no dejarían indiferente a ningún político responsable. La calle habla, quizá inspirada en aquella canción del 78 “Habla pueblo habla”, con una diferencia sustancial: entonces se hablaba desde la ilusión y hoy desde el cabreo. Es un artista nuestro presidente, no es fácil cabrear a tanta gente y al mismo tiempo. Tres asuntos ocupan las tertulias de amigos mientras se toman un café: el acuerdo con Bildu del PSOE para hacer una ley de orden público a la medida de los herederos de ETA, las cesiones a Puigdemont que humillan a todos los españoles y el revolcón a Marlasca de Nacho Cano, el de Mecano. El primer asunto revela de lo que es capaz Sánchez para mantener los votos de los sucesores de ETA que cruzan todas las líneas rojas hasta el punto de liberar a dos asesinos etarras que mataron a Buesa y a Portero, un socialista y un popular cuyas familias se pueden cruzar por la calle con los asesinos de estas dos personas, para su humillación y vejación y Dios les libre de increparles porque, a lo peor, pueden acabar ellos en la cárcel. Que los herederos de ETA presuman de acabar con la llamada ley “mordaza” es un insulto a la inteligencia de todos los españoles: mordaza fue la que impusieron ellos con su terror durante muchos años y aún hoy. Esto cabrea. El PSOE no se reconoce ni a sí mismo. En el caso de Puigdemont ya no podemos ni hablar de dignidad, claramente a Sánchez no le queda de eso, la ha dilapidado. Este caso es hasta “chusco”, porque el prófugo catalán un día es “progresista” y al día siguiente un facha, ambas cosas dichas desde el mismo gobierno con solo horas de diferencia. Cuando vota las propuestas del gobierno es “progresista” y cuando no, es facha. Sánchez arrastra a España cada vez que van a negociar con el fugado y, si Bildu marca la política de seguridad nacional, Puigdemont rompe la caja común para que Cataluña recaude los impuestos y después dé una limosna a las regiones menos favorecidas, ambas cosas bajo la bendición de Sánchez. La tercera cuestión es la de Nacho Cano, este hombre fue detenido con nocturnidad y alevosía por, supuestamente, contratar de forma ilegal a inmigrantes. Esa misma noche la SER y el País se apresuraron a anunciar, casi a celebrar, la detención del artista y, al día siguiente, los medios obedientes a Moncloa se hicieron eco, mucho eco, de la detención. Se le acusó de todo, incluso el programa de Risto Mejide tuneó la canción “Hoy no me puedo levantar” para hacer mofa del genial artista. Hace un par de días, se hizo público el informe de la Inspección de trabajo que reconoce que todo era mentira, que Cano cumplió la ley estrictamente y que no cometió delito alguno. Los medios que lo lapidaron no han dicho ni “mu”, ni tan siquiera se disculparon y robaron a sus lectores, oyentes y televidentes la verdad. A Mejide tampoco se le ocurrió hacer una nueva versión de la canción de Mecano que bien pudiera titularse “Hoy me la tengo que tragar”. La policía obediente a Marlasca, que no toda ni mucho menos, actuó mal y bajo instrucciones políticas y todo el delito de Nacho Cano resultó ser amigo de Isabel Ayuso y no ser de izquierdas. El “mundo de los culturetas”, estómagos agradecidos, a los que tanto gusta firmar manifiestos, callaron. Ser un artista en este país y no ser de izquierdas no se perdona. Y es que, en esta España, a Sánchez no le gusta que cada uno tenga su propia fe. Sánchez caerá, está “maduro”.

Tres cabreos monumentales

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